jueves, 26 de mayo de 2016

18.000 niños están a la espera de ser adoptados en España.

Los procesos de adopción en España están paralizados hasta que se constituya el nuevo gobierno.En la Asamblea de Madrid se ha hablado de la dificultad de llevar a cabo una adopción en España.

Con las cortes disueltas, no se ha podido hacer el desarrollo legislativo y las adopciones están paralizadas.

Consecuencia, 18.000 niños duermen en orfanatos españoles, mientras que hay 33.000 familias acreditadas que se han puesto en marcha para iniciar un proceso de adopción. 

Los procesos de adopción en España están paralizados. La disolución de las Cortes impidió el desarrollo reglamentario de la nueva Ley que transfiere competencias en esta materia al Estado. 

El bloqueo legislativo no se podrá resolver hasta que se constituya el nuevo Ejecutivo. Los padres, ahora mismo, se encuentran en un callejón sin salida.

La Asociación Familias de Colores acaba de comparecer en la Asamblea de Madrid para denunciar el abandono de 18.000 niños en orfanatos españoles. 

La nueva Ley ha traspasado las competencias en materia de adopción de las comunidades autónomas al Estado.

Otra demanda de esta asociación es la creación de un registro nacional de menores en adopción y otro de menores en acogimiento.

(Fuente: TELEMADRID)

Más de 3.000 niños viven en hospicios de Madrid.

Familias de Colores, uno de los organismos acreditados para la adopción (OAA), ha denunciado este viernes que 18.000 niños esperan aún encontrar una familia en España, 3.000 de ellos en la Comunidad de Madrid. Una cifra muy elevada, afirman, cuando ya ha pasado un año desde la aprobación de la Ley de Protección de la Infancia, que regula las adopciones y que pretendía agilizarlas. Sostiene que el problema radica en la ausencia de un reglamento y solicita que se desarrolle uno de forma urgente para que 33.000 familias españolas, 8.000 de ellas madrileñas, logren la adopción que tanto anhelan. El colectivo, que denuncia que el 90% de los menores que vive en hospicios tiene más de seis años y ya nadie los quiere, también ha demandado financiación pública.
“En los 20 años de vida que tienen las OAA, no hemos recibido ni un céntimo de la administración, cosa que sí sucede en otros países europeos. Aquí, los gastos los soportan las familias”, se ha quejado Susana Morales. La directora de Familias de Colores ha comparecido en la Asamblea de Madridinvitada por el PSOE. 
En su opinión, organismos como el que dirige realizan funciones delegadas que no cubren las administraciones públicas, de ahí la importancia de mantenerlos. Ha destacado que con la norma aprobada el pasado año las competencias quedaron en manos del Estado (antes eran de las comunidades autónomas), pero que como no se ha desarrollado, estas no quedan claras. “No tenemos autoridad a la que dirigirnos. Desde el Gobierno nos han dicho que tengamos paciencia”, ha subrayado.

A pesar de ser el segundo país del mundo en cuanto a peticiones de adopción se refiere, Morales denuncia que la elevada cifra no ayuda a que el proceso culmine con éxito. Achaca la responsabilidad a la complicada burocracia y a que, en España, no se permita la adopción de niños de 45 países en los que sí pueden hacerlo familias del resto de Europa (Cabo Verde, Tailandia o Haití entre ellos). Ha solicitado que cambie una regulación que en 2014 hizo posible la adopción de algo más de 1.000 niños de diferentes países cuando en 2004 la cifra sobrepasó las 5.500. En opinión de Morales, los informes deben realizarlos expertos, no “los cónsules españoles en esos países”. “Dejen de vender la moto diciendo que no hay países donde adoptar. España ve irregularidades donde otros Estados con más medios y más experiencia no las ve”, ha declarado la experta en adopción.

49 adopciones en 2014

Otras de las quejas de Morales radica en los problemas burocráticos, que impiden agilidad en las adopciones. En 2014, en la Comunidad de Madrid solo hubo 49 y se abrieron otros 178 expedientes que no se ejecutaron, y eso a pesar de que hay 3.000 niños bajo la tutela del Gobierno regional. “¿No os parecen pocas adopciones?, ha preguntado Morales a los miembros de la comisión de Asuntos Sociales del parlamento regional. Ella misma ha respondido: “Son pocas porque los informes de adopción los hacen los mismos técnicos de las residencias en las que se encuentran viviendo”. Estas residencias cobran una media de 3.000 euros al mes por cada menor que reside en sus instalaciones, según Morales. Una cuantía que contrasta con los apenas 300 euros de media que recibe una familia de acogida. Ha destacado, además, que el 87% de esas ayudas van a parar a una de las 58 residencias que hay en la región (el 90% de ellas privadas).

La directora de Familias de Colores ha denunciado que el 90% de los menores que se encuentran en los orfanatos de la Comunidad de Madrid tienen más de seis años, son grupos de hermanos o tienen una patología. “Los técnicos consideran a estos perfiles de riesgo, por eso las familias se van a los más pequeños, lo que condena a los niños de más de seis años a vivir en estos centros”, ha resaltado. Por eso, Morales pide a las instituciones campañas de visualización. “Holanda las hizo y pasó del 6% a un 60% en las adopciones de niños de más de seis años”. En España, en cambio, este tipo de adopciones apenas alcanza el 1% del total. Por eso Morales ha solicitado ayuda para desarrollar la ley de infancia, “aunque entiendo que lo más cómodo es ser ajenos a la realidad en sus despachos”.

(Fuente: Diario El País. Noticia 20-05-2016)

domingo, 22 de mayo de 2016

Una mujer busca a su madre biológica, que la dio en adopción en el hospital donde ahora es enfermera.


Megan Hejlik, una enfermera de Iowa, ha publicado en Facebook una fotografía aportando sus datos de nacimiento para encontrar a su madre biológica, que la tuvo con 16 años. Hejlik explica que quiere saber más sobre la historia de su familia para conocerse más a sí misma, además quiere escuchar la historia de por qué su madre la dio en adopción y contarle que se ha casado y tiene dos hijos. La fotografía ya ha sido compartida por más de 8.000 personas y aunque su madre no se ha puesto en contacto con ella, ha recibido mensajes de gente que dice conocerla.
La mujer compartió la fotografía en su perfil de Facebook | Facebook

Una mujer de Iowa está buscando a su madre biológica que la dio en adopción tras nacer en el hospital donde ahora trabaja como enfermera.

"La razón por la que me gustaría conocerla es para escuchar su historia", dice Megan Hejlik la joven de 30 años que busca a su familia. "También me gustaría contarle qué ha sido de mí. Decirle que tengo marido y dos niños", explica la enfermera al medio a ABC News.

El 8 de abril, Megan puso una fotografía suya en Facebook acompañada del texto "ayudadme a encontrar a mi familia biológica". En la fotografía aparece con un papel en el que cuenta que nació el 28 de abril de 1985 en el Hospital Joseph Mercy de Mason. Añade que su madre tenía aproximadamente 16 años y que la llamó Vanessa.

Megan cuenta que sus padres Jack y Cheryl Enoo la adoptaron cuando todavía era recién nacida y que siempre ha sido consciente de que era adoptada, pero en su 30 cumpleaños tuvo un pensamiento sobre su madre, explica. "Uno de mis objetivos era buscar la historia de mi familia para saber más sobre mi misma", explica. Comenzó la búsqueda por internet, pero al ver que no tuvo éxito decidió colgar una fotografía aportando más datos.

Tan sólo un día después de haber publicado la fotografía, ya había sido compartida más de 1.000 veces. A día de hoy más de 8.800 personas la han compartido.

Aunque nadie se ha puesto en contacto con ella diciendo que es su madre, Megan explica que ha recibido algunos mensajes de personas que dicen conocerla. "No puedo imaginarme con 15 años teniendo un bebé", dice. "Creo que hizo lo mejor para mí, dándome una oportunidad en la vida a través de la adopción. Sólo quiero que sepa que no tengo resentimiento, sino que creo que lo que hizo es una buena idea".

(Fuente: www.antena3.com)



sábado, 21 de mayo de 2016

¡Esto sí que es una familia!.


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Fue justo después del día de Reyes del 2015. Aquel 7 de enero, tras mucho hablarlo entre ellos y también con los hijos mayores de Juan-ya independizados-, él y su mujer, Conchi, hicieron la solicitud de adopción. Y apenas cinco meses después, el teléfono sonó para darles la mejor de las noticias. Les habían asignado niños. Tres. Dos chiquillos y una niña. «Esa llamada fue muy emocionante, pero fue mucho más bonito empezar a verlos», señala Conchi.

En julio comenzaron las visitas. Primero cada quince días, después los fines de semana... Al final, un fin de semana en la casa familiar en Viana do Bolo y, ya en septiembre, el viaje definitivo. El que les convertía en una familia numerosa. De la calma que una pareja tenía en el campo, al bullicio que dan los niños. Y más cuando tienen seis, ocho y nueve años (en aquel momento, desde entonces dos ya han cumplido). Adiós al remanso de paz. Hola a la alegría, a las risas, a las piñatas de cumpleaños, a los besos despistados... al primer «mamá» y al primer «papá» que se escuchaba en la vivienda.

¿Cómo es ese cambio de vida, de salir de casa siendo dos y volver a dormir siendo cinco? «Fue un crecimiento personal, tanto para los niños como para nosotros», señala Conchi convencida. Incidiendo en la logística, ella lo tiene claro, es cuestión de organización. «Una vez que lo piensas y organizas la casa, los horarios, el colegio donde van a ir, las actividades que van a hacer, cómo va a ser la vida en casa, las normas... Una vez que organizas eso y lo estructuras, cuando llegan los niños todo está pensado y no te causa sorpresa», explica.

Hace falta organización, mucha, como en cualquier casa donde haya tres niños. El miércoles, recién llegados a casa del colegio, toca llevar la ropa sucia de la tarde en la piscina a la cesta, recoger los libros y ponerse a hacer los deberes. En eso ayuda Juan, que al mismo tiempo se encarga de hacer la cena. Hay que cumplir las rutinas para que funcione. Si queda algo de tiempo, momento para una partida de ajedrez; y después salida al jardín para recoger a los corderos antes de volver a casa. Es hora cenar y, en breve, para cama. Que al día siguiente se madruga. Menos marcados están los horarios los fines de semana, cuando disfrutan de rutas de senderismo, las clases de música o de salidas en bici. «Hacemos con ellos todas las actividades que podemos», señala la madre.

Más allá de establecer rutinas y llevar una vida ordenada, en un proceso de adopción es preciso crear el vínculo afectivo. «Es algo especial y muy gratificante», dice ella. Y va más allá: «es lo más precioso que te puede suceder en la vida, crear ese vínculo con un hijo adoptivo».

Conchi es pedagoga, y se le nota cuando se explica, porque se ha formado mucho para intentar afrontar la situación con todas las claves. Además, recurre a los consejos del equipo de adopción cada vez que cree necesitarlo, y también habla con otras familias. Para seguir sumando, a su lado tiene a Juan, que ya había criado dos hijos. Son, por tanto, una pareja con ventajas sobre padres primerizos. «Somos un equipo», destaca Conchi. Pero sobre todo lo que se les notan son las ganas. De aprender y de ser padres juntos. Conchi cuenta que llevaba años queriendo ser madre. Pero no fue el momento antes. Tenía padres muy mayores y tíos a los que cuidar, y estaba sola. «Siempre pensé que un niño tiene que tener un padre y una madre. Yo respecto mucho las adopciones monoparentales, y lo apoyo, pero mi pensamiento es ese. Digamos que tuve que esperar el momento adecuado», dice. Hace diez años llegó Juan a su vida. Desde septiembre son padres.

Pero no todo es maravilloso. No eran niños recién nacidos, a los que cubrir carencias desde que nacen. «Son niños que suelen venir heridos, heridos por el tipo de vida que les tocó vivir... Y tú tienes que curar esas heridas, y paliar los efectos de las mismas», señala. Y está pasando en su caso. La niña, que es la mayor, todavía tiene recuerdos de una vida que poco se asemeja a la infancia como ese espacio ideal. Le está costando más abrirse, cuentan los padres. Los niños, especialmente el pequeño, vive por primera vez la experiencia de tener una familia (llevaba en un centro de acogida desde que tenía apenas un año, así que no recuerda otra vida). Ellos se han abierto más fácil.

¿Hubo un día en el que ven que ese vínculo ya es familiar? «Lo van sintiendo ellos poco a poco, y son ellos los que te lo manifiestan. Yo recuerdo un día que el pequeño dijo: ¡Esto sí que es una familia! (dice ella sin poder evitar emocionarse). Y otras veces me pregunta por qué no salió de mi barriga, si no puede meterse dentro para salir otra vez ?porque tú eres mi mamá?», cuenta. Reconoce Conchi que mucho ha llorado en estos meses, pero siempre de felicidad. De ese beso furtivo que le llega cuando está despistada, o ese «mamá» que le susurran al oído. No solo han creado el vínculo de padres a hijos, sino que se ha reforzado el de hermanos. «Tenían ya un vínculo fuerte, pero con nosotros se ha arraigado más, ahora notan la pertenencia a una familia», señala. El mediano lleva tiempo preguntando cuándo tendrá los apellidos.

No siempre les llaman mamá y papá. Muchas veces utilizan los nombres de pila para referirse a ellos. No hay nada impuesto. «Lo importante no es que te llamen mamá o Conchi, lo importante es que te vean como su madre», resalta. Y viendo cómo se abrazan, queda claro que sí.

(Fuente: www.lavozdegalicia.es)