lunes, 24 de octubre de 2016

Ruth Valiente y David Ruiz: «No vamos a tirar la toalla. Somos idóneos para adoptar».

«Tenemos exactamente las mismas ilusión y ganas que el primer día, si no, lo hubiésemos dejado ya». Ruth Valiente dice estas palabras casi siete años después de que ella y su marido, David Ruiz, comenzaran los trámites para adoptar un menor. Casi siete años que se han hecho «muy cuesta arriba», cuenta, por las muchas trabas que se le han puesto desde la Administración autonómica a la hora de darles el visto bueno necesario que les permita continuar con el proceso para prohijar un niño en Rusia

Ruth y David se decidieron por la adopción en el 2009, tras varias fecundaciones in vitro sin éxito. En noviembre de ese año entregaron la documentación pertinente y en el 2010 se sometieron a las evaluaciones exigidas. Pasaron la del ayuntamiento, pero las de la Junta concluyeron que no eran idóneos para la adopción. ¿La razón?: Se consideraba que los solicitantes no contaban con una vida familiar estable y activa de manera continuada, una vez que él trabaja en Madrid, de donde regresa los viernes para pasar el fin de semana en Cáceres. Todo lo demás, se reconocía, era correcto, ya que ambos cuentan con buenos empleos y con un apoyo social y familiar propicio para la integración del menor. «Lees el informe y somos una pareja estupenda: sabemos lo que es adoptar, estamos psicológicamente bien, todo genial, pero justo en las conclusiones, resulta que no somos idóneos porque David trabaja fuera de lunes a viernes».

Posteriormente, dos sentencias judiciales, en primera instancia y de la Audiencia Provincial de Badajoz, quitaron la razón a la Junta y se la dieron a esta pareja. Sin embargo, los problemas estaban lejos de acabar.

A pesar de que los tribunales obligaron a otorgarles el certificado de idoneidad, la Junta no modificó los informes. «Les pedimos que al menos grapasen un papelito diciendo que las conclusiones del informe estaban invalidadas por sentencia judicial, y tampoco quisieron», lamenta esta cacereña. Con contradicciones como esta en la documentación, prosigue, se disparan las posibilidades de que Rusia no acepte a los solicitantes. «La ECAI (Entidad Colaboradora de Adopción Internacional) nos hizo firmar un anexo diciendo que ya con ese expediente era muy difícil que se consiguiese la adopción», resalta. De hecho, de todas las regiones rusas a las que se acudió, solo en una, Novosibirsk (Siberia del Oeste), se aceptó la solicitud, justo «la más lenta» a la hora de realizar asignaciones. Una cuestión, la del tiempo, fundamental en los procesos de adopción.

Paradójicamente, ellos se habían decidido por Rusia porque a finales de la década pasada era el país en el que menos se tardaba en adoptar. No obstante, la situación ha cambiado sustancialmente desde entonces. Rusia paralizó las adopciones durante más de un año, aunque «se siguieron admitiendo expedientes». Una vez que se reanudaron las asignaciones, el «atasco era increíble». De en torno a año y medio se ha pasado a «3, 4 o 5 años» de espera.

A ello se suma que el certificado de idoneidad tiene una validez de tres años. Pasado este tiempo, toca renovarlo, lo que en su caso ha estado lejos de ser un mero trámite administrativo. «Generalmente, la renovación es solo una actualización de datos, no se hace ningún test si no han variado las circunstancias. Y en nuestro caso no ha cambiado nada de nada, pero a nosotros nos hicieron otra vez todo el proceso», señala Ruth. «Nos tuvieron tres horas de reloj machacándonos a preguntas», agrega. Llegaron a decirles, asevera, «que por qué no dejábamos uno de los dos el trabajo, que podíamos dejar uno de los dos sueldos».

Finalmente, el resultado de esta segunda evaluación, con fecha definitiva de septiembre pasado, fue de nuevo negativo. Vuelve a argüirse la falta de una convivencia diaria ininterrumpida –motivo que se había considerado insuficiente en las sentencias— pero ahora aparece otra nueva causa: «La dureza y frialdad emocional» que, indica el informe, están presentes en el carácter de Ruth. «En unos años dicen que mi personalidad ha pasado a ser totalmente distinta, como la noche y el día. En el 2010, cuando me hicieron el primer informe, yo era una persona afable, con ánimo de ayudar a los demás, extrovertida y con los pies en la tierra. Ahora, supuestamente, soy fría, calculadora y sin sentimientos. Según ellos, he pasado de un extremo a otro», critica.

De nuevo a los tribunales

Ruth afirma sentirse con «mucha rabia, mucho dolor e impotencia. Creo que la Junta se ríe de nosotros y de la justicia». Volverán a recurrir a los tribunales y en breve presentarán una demanda —«no podemos hacer otra cosa», subraya—, aunque son conscientes de que el tiempo vuelve a jugar en su contra. Calculan que les queda un año o año y medio para que les llamen de Rusia. Si entonces no cuentan con el certificado de idoneidad, aun teniendo después otra sentencia favorable, deberán volver a empezar desde el final de la lista de solicitantes. «Lo tenemos muy difícil, porque a lo mejor entramos en plazo en el primer juicio, pero la Junta lo recurre todo», admite.

También han vuelto a remitir un escrito al Defensor del Pueblo. «No vamos a tirar la toalla porque creemos que somos idóneos para adoptar. Vamos a llegar donde tengamos que llegar». 

(Fuente: www.elperiodicoextremadura.com)

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