Ser padres suele ser el sueño de muchas parejas y la adopción internacional, hasta hace unos años era el último recurso para muchas de ellas. Sin embargo, las circunstancias políticas y sociales han dado un vuelco a esta situación. Como recoge el Servicio Social Internacional, en 2004 y 2005 el número de adopciones internacionales al año superaba las 22.000 en Estados Unidos, las 4.000 en Francia y las 5.000 en España. Las familias tenían claro que era la vía más ágil y segura de cumplir su sueño, ya que la opción nacional estaba prácticamente cerrada.
En el caso español en el que cada comunidad autónoma tiene su propio sistema, el proceso se podía alargar más de ocho o nueve años. Sin embargo, como apunta Blanca Gómez Bengoechea, coordinadora del Master en Adopción y Acogimiento de la Universidad Pontificia de Comillas y experta jurista en el campo de la protección de menores: «Ahora los plazos para adoptar un niño en el extranjero se han alargado mucho y acercado a los de la adopción nacional (especialmente en algunas Comunidades Autónomas), así que la gente se está echando para atrás, quizá “reservándose” para una opción nacional, que les va a llevar casi el mismo tiempo y menos dinero, o directamente descartando la adopción por los largos plazos de espera».
Ésta es una de las principales conclusiones que la experta destaca de los datos que publica el Centro Internacional de Referencia para los Derechos del Niño Privado de Familia, uno de los organismos más relevantes en esta área. Mientras que en 2011, en los principales países de acogida se registraron 22.898 adopciones, el año pasado la cifra bajó drásticamente hasta las 15.810. Una disminución que supera el 40 por ciento si se toman los datos de 2010. El propio centro arguye, entre los posibles motivos de este descenso, que los cambios legislativos que se están dando en los sistemas de protección de los menores es uno de los principales motivos, aunque también es cierto y preocupa a las organizaciones que protegen a los niños «el aumento constate y preocupante de las adopciones en los países de origen que no han ratificado el Convenio de La Haya de 1993. En particular, en países que se enfrentan a conflictos armados».
No es sólo una cuestión política
La principal desaceleración viene de los países donde más procesos abiertos existen. Es decir en China, Etiopia, Rusia, Colombia y Corea del Sur. En el caso español, cabe destacar la problemática que se generó con la Federación Rusa que mantuvo paralizadas el número de adopciones en 2013 y parte de 2014 y que, aún hoy, la relación no está del todo restablecida.
No obstante, y a pesar de las trabas de los países de origen, el bajón en la adopción internacional en España no es solamente por una cuestión política.
Como apunta Gómez Bengoechea «también pueden haber contribuido la crisis económica y el aumento en los plazos de espera. Empezamos a adoptar en el extranjero cuando era posible tener un niño en casa en unos plazos que parecían razonables y eran mucho menores a los de la adopción nacional, y creo ese fue uno de los motivos que impulsaron el crecimiento de la adopción internacional en España».
Los últimos datos con los que cuenta el Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad sobre protección a la infancia son de 2011, por lo que es necesario comprobar comunidad por comunidad cómo está la situación de la adopción nacional y, son pocas las instituciones que faciliten datos sobre los plazos de espera, así que son las propias familias que se unen en foros las que mejor datos facilitan. Por ejemplo, en Cataluña, el plazo medio de espera es de 4 a 5 años, eso sí los trámites se agilizan mucho tanto en esta comunidad como en otras si el menor tiene necesidades especiales, es mayor de siete años o tiene tres hermanos y se adopta a todos. En Andalucía esta diferencia es clave porque si una pareja tiene que esperar más de cuatro años para una adopción de un menor de 0 a 3 años, si los padres optan por adoptar a un niño con necesidades especiales, sólo tienen que esperar dos años. Eso sí también están las eternas esperas de comunidades como Madrid que mantiene cerrado el proceso para admitir nuevas parejas desde diciembre de 2008 o Extremadura que también las tiene paralizadas desde 2013. «Los países de origen han ido cambiando sus prácticas en cuanto a la declaración de adoptabilidad, la búsqueda de familias adoptivas en el propio país... y las grandes diferencias entre adopción nacional e internacional tienden a disminuir», sostiene Jesús Palacios, catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla y experto en procesos de adopción. Es más, él también concluye que entre 2004 y 2013 «se ha producido una reducción a la tercera parte de los procesos de adopción internacional», pero no solamente en España, sino en todos los países de acogida. Pero el catedrático de universidad no sólo fija el detonante en la crisis económica: los procesos son muy costosos. Adoptar un menor en Rusia puede superar los 30.000 euros, pero según sostiene el experto, «un factor añadido es una mayor conciencia de la complejidad de la adopción. Cuando empezó el “boom” de la adopción internacional quizá era frecuente una actitud optimista del tipo “el amor todo lo puede”».
Sin embargo, tal y como como sugiere Jesús Palacios, «la investigación ha ido demostrando que la recuperación tras la adopción es enorme, pero no siempre completa ni inmediata. Quienes busquen en la adopción satisfacciones continuas se van dando cuenta de que quizá la realidad no es ni será así, porque la adopción es una realidad mucho más compleja».
Amparo (Valencia): «Adoptaremos aquí un hermano para Alexei»
Amparo es un ejemplo de la evolución y diferencias entre adopciones nacionales e internacionales. «En 2008 iniciamos los trámites para adopción nacional e internacional». Era la época en la que las relaciones con Rusia eran estrechas. En marzo de 2009 ya tuvieron su primera asignación, que no tuvo éxito, pero un mes más tarde «ya teníamos la definitiva. Adoptaron a Alexei, de tres años y «hoy ya nos pide un hermanito». Los gastos fueron muy altos porque, al margen de los trámites, tuvieron que viajar dos veces a Rusia y en el segundo viaje quedarse un mes allí para cumplir con la normativa del país. Pese a haber cumplido con su sueño de ser padres, decidieron mantener abierta la adopción nacional, su coste es cero, como en la mayoría de comunidades autónomas y el pasado de abril les llamaron de la Consejería de Asuntos Sociales para preguntarles si aún querían seguir con el proceso. «En enero esperamos tener las entrevistas y creemos que podremos tener a nuestro segundo hijo a finales del año que viene». Si se cumplen estos plazos, habrán transcurrido ocho años desde que iniciaron el proceso, aunque sí que perciben que los trámites se están moviendo más ahora que cuando ellos comenzaron
(Fuente: www.larazon.es)
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