lunes, 24 de octubre de 2016

Las adopciones internacionales caen en Extremadura casi un 80% desde el 2010.

El endurecimiento de los requisitos y los mayores plazos de espera propician esta disminución. Ese año hubo 112 solicitudes y 88 adopciones. En el 2015 apenas 26 y 20, respectivamente

La adopción internacional ha caído en picado en Extremadura en los últimos años. Si en el 2010 se registraron 112 solicitudes y 88 adopciones, el año pasado apenas si fueron 26 y 20, respectivamente. Factores que explican este descenso tan pronunciado son el endurecimiento de las políticas que, en relación con la adopción internacional, siguen los países tradicionalmente de origen de estos menores y también el importante aumento de los plazos de espera que tienen que soportar los padres adoptantes, que pueden llegar a prolongarse ahora hasta más de ocho años.

Benedicto García, coordinador de Cora (Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento) subraya dos cuestiones: por un lado, que los países de origen han aumentado la exigencia de requisitos a los solicitantes, con condiciones que afectan desde a su situación económica hasta al estado de salud en el que se encuentran; por otro, remarca que «hay un conjunto de circunstancias» que hacen que los menores que cumplen los requisitos para ser adoptados sean «muy pocos».

En este sentido, recuerda que, aunque la cifra de niños «abandonados en instituciones» en los países de origen pueda ser elevada, «no tiene nada que ver» con la de los que cumplen con los requisitos que les permiten ser realmente adoptados –tienen que carecer, por ejemplo, de familia biológica o de un entorno social en el que se puedan integrar, precisa—. Además, países como Rusia o China «promueven» cada vez más la adopción nacional, apunta. Tanto por la progresiva mejora de su nivel económico, con una clase media más pujante, como por motivos políticos. «La imagen de menores que se van fuera nunca está bien vista», sostiene este responsable de Cora. Además, los niños que salen en adopción internacional, agrega, cada vez en mayor medida «suelen tener necesidades especiales», ya sea por su mayor edad o por tener alguna enfermedad física o psíquica.

De acuerdo a los datos facilitados por la Consejería de Sanidad y Políticas Sociales extremeña, entre 2009 y lo que va de 2016 se han materializado en la región 325 adopciones internacionales. Casi dos terceras partes de ellas se concentran en solo dos países de procedencia: China (120) y Rusia (83). Una vez que en ambos la adopción se ha complicado, los solicitantes españoles han empezado a recurrir en mayor medida a otros como Vietnam (de donde han llegado 19 menores a Extremadura) o Etiopía (27 menores). Países que están o han estado cuestionados en algún momento «en cuanto a sus procedimientos que no son del todo fiables», resalta Benedicto García, por lo que «se están revisando protocolos tanto en origen como en España». Colombia, con 24 prohijados o Filipinas, con 15, están también entre las procedencias más habituales. En este periodo, el total de solicitudes ha sido de cuatrocientas, mientras que están pendientes de adopción o asignación 168 solicitantes.

MÁS TIEMPO DE ESPERA / En cuanto a los tiempos de espera, «casi todos los países los han incrementado en mayor o menor medida», indica. China es un ejemplo claro de ello. Hasta hace unos años «era un país que prácticamente a los 18 meses tenías la asignación del menor y podías viajar a por él. Y eran unos periodos que se cumplían muy a rajatabla, muy rigurosos. Así funcionó durante mucho tiempo, pero se empezaron a poner otra serie de condicionantes y el plazo se ha disparado». Actualmente, puntualiza, un proceso de adopción internacional puede prolongarse de media durante entre tres y seis años.

Una dilación que puede convertir en más duro el proceso si bien, aclara Benedicto García, cuando alguien se involucra en una adopción internacional se le enseña desde el inicio a saber gestionar sus expectativas. «Una de las cosas que te dicen es que es un proceso totalmente incierto, indefinido lleno de incertidumbre y sin ningún tipo de garantía», apostilla.

Y en relación a su coste económico, aunque depende de cada país y es «muy variable», estima que supone «un mínimo de entre 15.000 y 20.000 euros». 

(Fuente: www.elperiodicoextremadura.com)

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