El amor traspasa las fronteras, y así lo demuestran Fernanda Coronel y sus hijas Charledine y Melissa que hace aproximadamente cuatro años son una familia más de esta ciudad. La mujer dijo que esperó 12 años inscripta para adopción en este país pero luego resolvió por una adopción internacional. Ahora es la orgullosa madre de dos niñas de 6 y 10 años.
Fernanda Coronel es, además de una vecina piquense, defensora civil para la segunda circunscripción judicial de La Pampa. A cuatro años de convertirse en madre, contó a LA ARENA su experiencia. En principio realizó los trámites en el Juzgado del Menor y la Familia, pasando los diferentes informes y evaluaciones para ser una de las postulantes del registro.
“Pensé que iba a poder adoptar algún niño de La Pampa, pero 12 años es mucho. Pasás por diferentes estados anímicos desde la euforia hasta el abatimiento porque pensás que nunca te va a tocar. Hasta que me enteré de que había una persona de esta ciudad que estaba haciendo los trámites para una adopción internacional”, explicó.
Ella ya había oído sobre la opción internacional pero al ver que era una posibilidad real se contactó, por intermedio de una vecina de esta ciudad, con una abogada de España que se especializa en ese tipo de adopciones. A partir de entonces comenzaron con todos los trámites, y entre los países donde se podía llegar a concretar la adopción se eligió Haití porque Coronel había esperado mucho tiempo y quería que ahora la situación no fuera tan postergada.
Desigualdad.
Coronel dijo que en Argentina los solteros no están “en igualdad con los casados” al momento de ser considerados para adoptar. Y otro factor que influyó es que hay una edad límite a nivel internacional para poder postularse como padre adoptivo.
Los trámites con la abogada española se concretaron en diez meses. Coronel aceptó la posibilidad de adoptar dos niñas, unas hermanas de seis y dos años. “Creo mucho en Dios y pienso que por algo fueron ellas las asignadas”, indicó. Todo ese proceso se hizo por internet, mediante correos electrónicos y conversaciones por Skipe.
A partir de la asignación Coronel recibió fotografías de las niñas y un informe acerca de la familia biológica. En Haití, en el orfanato Maison des Anges (nombre que significa Casa de Angeles en francés), Charledine y Melissa comenzaron a oír acerca de su mamá Fernanda que pronto iría a buscarlas.
Período de adaptación.
Cuando finalizó todo el proceso, con la documentación traducida al creol y todo concluido, Coronel junto a su hermana viajaron a Haití. Esa fue la única visita, en la que conoció a sus dos hijas y con un corto período de adaptación estuvieron cinco días alojadas en una casa para padres que está dentro del orfanato. Allí vivían otros 250 niños y niñas en ese momento.
Coronel dijo que antes de viajar le dieron muchas indicaciones, le habían advertido sobre tener cuidado con los orfanatos ilegales, también observó la situación de pobreza extrema en la que muchos niños no tienen oportunidad a menos que sean recibidos en alguna institución, y la realidad de inseguridad que se evidencia en el edificio del orfanato con paredones altos y custodia armada en el ingreso.
En Maison des Anges conoció a una delgada Charledine, que había perdido peso en la espera por su nueva mamá, y a Melissa que era pequeña y aún usaba pañales. “La estadía fue hermosa pero también terrible” dijo Coronel, por la noche se escuchaba el llanto de los bebés que fueron abandonados recientemente. Al mismo tiempo esos cientos de niños, que están muy cuidados en el orfanato con posibilidad de educarse, comer y tener atención médica, querían saludar a los visitantes y recibir besos y abrazos.
“Un shock”.
Coronel dijo: “Fue un shock”, porque a los 42 años se volvió madre de dos niñas. En un principio debían hablarse por señas ya que Charledine y Melissa hablaban creol y no comprendían aún el español.
Coronel de regreso en Argentina contó con el apoyo de su familia, en General Pico, pero aún así el comienzo de la maternidad fue difícil. Para las niñas significó un cambio cultural, aprender el idioma y las costumbres en un lugar donde ya no tenían carencias. Para Charledine hubo otros desafíos, y fue importante el trabajo de la Escuela 12 porque su maestra, Claudia Salazar, le realizaba la traducción del español al creol con una tablet para que pudiera cursar y aprobar el primer año.
Uno de los momentos más duros fueron durante bastante tiempo las despedidas. Ir al trabajo, dijo Coronel, era un momento difícil porque al salir de la casa sus hijas la saludaban mirándola a través de la ventana y lloraban.
Hoy en día las niñas están adaptadas a su vida en esta ciudad, se sienten pampeanas y argentinas, aseguró Coronel. Sin embargo como madre dijo que más adelante le gustaría llevarlas a Haití porque eso forma parte de su identidad.
(Fuente: www.laarena.com.ar)
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