viernes, 15 de julio de 2016

La maravillosa historia de la niña adoptada.

La actriz sueca Malin Arvidsson, nacida en El Salvador y dada en adopción en los aciagos momentos que precedieron la guerra de los Ochenta, visitó el país buscando referencias sobre su madre física, que la abandonó en un hospital al nacer. La bebé fue acogida por monjas somascas antes de salir para Suecia con su nueva familia.

El caso se repite con alguna frecuencia: niños que fueron adoptados por parejas belgas, alemanas, francesas, sienten en algún momento de sus vidas el deseo de buscar a sus padres biológicos y conocerlos.

Pero las diferencias entre cómo han crecido y se han desarrollado física e intelectualmente esos niños y sus familias biológicas en nuestro país, es dramática: son más altos, usualmente hermosos, educados, con ambición y logros tras sí.

Y lo que puede ser el destino de un recién nacido a quien sus padres dan en adopción se ilustra con la historia de Steve Jobs, de origen sirio acogido por una familia de California, quien rehusó por el resto de su vida a reunirse con su familia biológica. Esto no es precisamente el caso de Malin Arvidsson: difícilmente se va a localizar a la madre, pero su novelesca vida, un milagro, es el tema del programa que se prepara en Suecia.  
 
Malin Arvidsson es una mujer alta, distinguida, bonita y con rasgos suecos, lo que da una medida de razón a las tesis del francés Juan Bautista Lamarck, que dijo que las especies adquirían muchos rasgos y características del ambiente que les rodeaba.

Vivir entre suecos, hablar sueco, labrarse una carrera y un prestigio como sueca, termina por configurar los rasgos faciales y las expresiones de cualquier persona y más cuando hay inteligencia y voluntad en ella.

 Hubo dos clases de niños desplazados o huérfanos en los años de la guerra: los que recogió el Ejército y que fueron dados en adopción y los que recogió la guerrilla para convertirlos en carne de cañón, niños que en su inmensa mayoría murieron en acciones militares.

 “Al estallar la paz” se pasó de adopciones pensadas y tremendamente favorables para niños sin padres, a las restrictivas políticas de adopción que casi las imposibilitan.
 
Niños sin familias
y familias sin niños

 
Hubo un procurador que se ufanaba de que mientras fungió en el cargo “no se había autorizado una sola adopción”, de hecho negándole a muchísimos niños la posibilidad de contar con un hogar que nunca será perfecto pero que es más perfecto que crecer en un orfanato.

Esto nos lleva a separar los dos mundos que coexisten en este suelo: el de elucubraciones, gran sensiblería por la niñez, todo plasmado en esa ensalada de disparates que es la ley Lepina y la otra realidad de las adopciones.

Esta otra realidad es lo que impera en nuestro territorio: las “adopciones” forzadas que hacen las pandillas, que secuestran niños y adolescentes y por la fuerza los someten a una esclavitud muy real, trágica, aniquiladora.

Hay organizaciones internacionales que andan de un lado a otro imponiendo sus ocurrencias sobre adopciones, que ni funcionan en Suiza con niños suizos ni en España con niños españoles ni en El Salvador con niños salvadoreños, negándolos a padres sin niños.
(Fuente: www.elsalvador.com)

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