El testimonio de Blanca Rudilla es el primero en aparecer por orden cronológico. Su relación con la adopción comenzó, como la de tantas otras familias españolas, tras ver «Las habitaciones del horror», un reportaje que se emitió en Documentos TV en 1995. A partir de ahí, se puede decir que esta mujer es «la madre de todas las adopciones internacionales en España», además de la fundadora de la Asociación Para el Cuidado de la Infancia (ACI). Fue la pionera y ha encontrado familia para 7.000 niños de diferentes países, sobre todo procedentes de China. Ella misma tiene tres hijos biológicos, Rodrigo (19 años) Lucía (17) y Di ana (15 años, a los que después se sumaron Xiao, ahora con 12, y Blanca Jiao, cariñosamente llamada Yo Yó, de 5.
Pero no todas las historias son como estas. Está también la del desencuentro, la de las buenas intenciones, de buen corazón, pero fallida. Es el caso de Eduardo, su exposa Susana, y sus tres hijas adoptivas, a las que prohijaron con la intención de «ofrecerles una vida mejor». Escucharle es sentir su sensación de «fracaso»: su mujer le abandonó y ha tenido numerosos problemas con las chicas. Siente que ha pagado un precio muy alto por abrir su corazón, pero tiene la conciencia tranquila. Al cierre de este libro, se está produciendo un acercamiento entre Eduardo y sus dos hijas mayores.
El relato de este hombre, el de Olvido, el de Blanca, el de Pilar... A su manera, cada uno de los 22 testimonios de «Vidas Unidas» nos impulsan, en definitiva, a una profunda reflexión sobre el largo camino la adopción y a todo lo que esta medida de protección de la infancia supone.
Disminuyen las adopciones tanto nacionales como internacionales
Antes, explica Blanca Rudilla, «había listas enormes de niños que esperaban a padres. Ahora son los padres los que esperan a los niños. Hay orfanatos en los que ya no quedan bebés y donde se apilan las cunas unas encima de otras, algo impensable hace unos años», asegura Blanca Rudilla. Porque aunque pueda parecer lo contrario, no hay tantos niños adoptables como adultos occidentales deseando adoptar. «Por eso las listas de espera son largas, salvo que los adoptantes se hayan ofrecido para niños mayores o con especiales necesidades», indica Antonio Ferrandis, jefe de Adopciones de la Comunidad de Madrid. «Hay que insistir –recuerda este experto–, en que la adopción es una medida de protección a la infancia y no una modalidad de reproducción asistida. Para los niños que carecen de una familia adecuada, se trata de la medida más drástica de protección, que extingue su vinculación con la familia de origen y, en el caso de las adopciones internacionales, los separa del entorno en que han nacido y crecido».
Lo cierto es que, según mejora la protección a la infancia, las adopciones internacionales se van reduciendo en número y aumentando en complejidad, puesto que los niños más pequeños, con menor historia de adversidad y ruptura, sin especiales necesidades de atención sanitaria y educativa, encuentran familia adoptiva en su propio país. «No debe caerse en la trampa de buscar a toda costa nuevos países donde dirigir las peticiones de adoptar, aunque carezcan de garantías éticas y legales», advierte Ferrandis.
En España, explica este experto, «afortunadamente superadas las causas de los abandonos de antaño por pobreza o estigma social, disminuyen las adopciones convencionales, pero hay que encontrar familias para niños con especiales necesidades que difícilmente responden a la expectativa tradicional del “bebé sano lo más pequeño posible”. Son niños que necesitan un hogar temporal hasta regresar a su entorno, o mantener la relación con su familia de origen, o cuyos problemas de salud o discapacidad requieren atención, o que manifiestan dificultades emocionales o de conducta. «El verdadero desafío al que se enfrenta el sistema de protección es encontrar e identificar a las familias dispuestas a acogerlos o adoptar a estos menores», concluye.
(Fuente: www.abc.es)
No hay comentarios:
Publicar un comentario