El joven que oyó los gemidos que permitieron rescatar al bebé del contenedor fue también un niño al que sus padres dejaron en Fraisoro.
Eneko se decidió entonces por llamar al 112, «pero cuando descolgaron empezaron a hacerme tantas preguntas que al final le pasé el móvil a Williams y yo me quedé con la niña porque estaba llorando. La pobre aun tenía el cordón umbilical colgando».
Llegada de los ertzainas
El destino quiso que en aquel preciso instante pasase por el lugar un automóvil. A bordo del mismo iban dos agentes la Ertzaintza que regresaban del tramo final del Paseo Nuevo, en un recorrido rutinario. «Eran dos secretas. Ellos no sabían nada del tema, estaban de patrulla por la ciudad. Me abalancé sobre el vehículo y les dije si eran policías. Se quedaron un poco sorprendidos por mi pregunta. Les expliqué que había encontrado a una niña entre la basura y que vinieran conmigo».
Los agentes echaron pie a tierra y los cuatro se dirigieron hacia el contenedor. «Llevaban una linterna, alumbraron al interior y vieron también cómo asomaba su manita. Yo estaba muy nervioso. Te puedes imaginar. Les decía: ¡'pero llevarla ya'! Luego empezaron a llegar más policías, primero municipales y más tarde ertzainas. Acordonaron toda la zona y trasladaron a la niña al hospital. Nosotros nos quedamos allí y nos dijeron que les informáramos de cómo había sucedido todo. Se lo explicamos y ahí terminó todo».
Una semana después, Eneko y Williams siguen bajo el impacto de lo que aquella noche vivieron. A Eneko aun le retumban los lloros de Ane y su imagen le viene una y otra vez. No deja de repetir, «¡qué fuerte! La niña estaba superdesprotegida.
Tenía los ojos abiertos, unos ojazos. No la quise tocar mucho para no causarle ningún daño. Además, no estoy precisamente muy familiarizado en coger niños tan pequeños. Ni siquiera lo hago con mis sobrinos».
Eneko relata que aquella noche no pudo conciliar el sueño. «Cuando llegué a casa estaba fatal. Desperté a mi hermano y le conté lo que me había pasado.
- ¡Que he encontrado a un niño en el container de la basura! No se le podía creer.
- ¿Qué dices?, me contestó. Imagínate el shock».
Eneko y Williams reconocen que sin su intervención la niña, a la que responsables de los servicios sociales le han puesto de nombre Ane, hubiera fallecido. «No habría aguantado mucho tiempo. La pequeña hubiese muerto, bien de frío o aplastada en cuanto hubiesen volcado el contenedor en el camión».
«No me han dejado verla»
Eneko está muy disgustado con la actitud de las instituciones que, tras el rescate, se hicieron cargo de la niña. Al día siguiente se personó en el Hospital Materno Infantil con el propósito de ver a la niña. «Necesitaba hacerlo y comprobar que se encontraba en perfectas condiciones. Era un impulso el que me llevó hasta el hospital. Porque yo también fui un niño abandonado. Cuando tenía ocho meses, mis padres nos dejaron en la Casa Cuna de Fraisoro. No solo a mí, también a mis cuatro hermanos mayores. Mis padres no nos podían mantener», explica Eneko.
De 27 años, este joven donostiarra ha crecido junto a sus hermanos, bajo el amparo de una mujer. «A nosotros, por suerte, no nos separaron. Nos ha cuidado una excelente persona, que ahora es mi madre, aunque no sea la biológica, y a la que visito a diario o casi a diario. Pero dejemos ese tema, tampoco quiero profundizar mucho en él».
«Te estaba contando que no me dejaron verla y que estoy muy disgustado por ello. Y no te digo nada de cómo están mis hermanos y hermanas. No sé lo pueden creer. Están supercabreados. No entienden por qué no puedo verla».
A Eneko y Williams, este último de 22 años y nacionalidad venezolana, de momento, nadie les ha felicitado por su actuación, a excepción de su entorno más cercano. Sus compañeros del centro Crossfit Zurriola han organizado un entrenamiento especial en su honor. «Nadie nos ha dicho nada. La Ertzaintza nos llamó y estuvimos tres horas con ellos. Tomaron muestras para obtener mi ADN y nos hicieron algunas preguntas. Y ya no hemos vuelto a saber nada».
Los agentes al frente de la investigación se interesaron, entre otras cuestiones, por conocer si durante el trayecto desde el Boulevard hasta el contenedor, los dos amigos se cruzaron con alguna persona que pudo haber despertado sus sospechas. «No vimos a nadie. Estábamos los dos solos. Nadie se asomó a las ventanas cuando empezamos a dar voces pidiendo ayuda. Algunos dijeron que un grupo de personas bajó de sus casas. Eso no es verdad. Allí estábamos únicamente Williams y yo».
Una semana después, Eneko se muestra exultante por haber podido rescatar a la pequeña. «No sabes lo contento que estoy porque esta niña tenga una nueva oportunidad para vivir. Mi destino era salvar a esa niña y estoy muy orgulloso de haberlo hecho».
(Fuente: www.diariovasco.com)
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