Emma recuerda el día en el que Gabriela llegó a su hogar cuando la madre de la niña le pidió que la cuidara por tan solo unos días, éstos se hicieron meses y finalmente años. Rememora que la madre volvió al cabo de seis meses sólo para decirle que no podía hacerse cargo de su hija y pese a que obtuvo de ella un documento firmado en el que ésta renunciaba a todo derecho de reclamarla algún día, el trámite para legalizar la adopción duró más de tres años.
Recuerda que la principal dificultad que se le presentó era la edad; pues si bien tenía recursos económicos suficientes y un hogar con un padre para Gabriela, Emma se aproximaba a los cincuenta años de edad.
Explica que en una de las etapas de adopción le dijeron que la niña debía pasar a manos de una familia, cuyos padres fueran más jóvenes. Pero Gabriela ya tenía más de dos años, por lo que Emma contrató los servicios de un abogado decidida a no permitir que nadie le arrebatara a quien ya formaba parte de su familia.
“Me citaron para decirme que iban a recoger a la niña debido a mi edad. Entonces les dije que quien les haría un juicio sería yo, porque la niña me reconocía a mí como madre y a mi esposo como su padre. ´Ha crecido en mi hogar y nosotros somos su familia´, les dije y contraté los servicios de un abogado. La larga duración del trámite hizo que Gabriela entre al kínder sin tener documentos legales”, recuerda Emma.
También añade que hasta que Gabriela cumplió los ocho años recibía cada mes la visita de una psicóloga y de una visitadora social, quienes evaluaban el hogar que había acogido a la niña y constataban sí vivía en las condiciones adecuadas.
“Ven dónde está durmiendo, qué está comiendo, si tienen empleada. Gracias a Dios en ese tiempo conseguí una empleada que ayudaba con su cuidado, porque yo ya estaba mayor”, nos cuenta.
Pero hay algo que la visitadora social no sabía y es que Emma, por esas casualidades de la vida, vivió en carne propia el drama de perder, de un momento a otro, el calor de un hogar. Ella creció en el Hogar de niños Moisés Navajas y aunque reconoce que fue una etapa muy feliz de su vida, afirma que esto le permitió comprender a Gabriela y entender las dificultades que tiene al sentir el abandono de sus padres, ya que la niña es consciente de que fue adoptada.
Una marca para siempre
Emma cuenta que perdió a su madre cuando era apenas una niña, su padre asumió el cuidado de sus cinco hijos; sin embargo, al cabo de un tiempo tuvo que salir exiliado del país dejando abandonados a sus pequeños.
Al ser muy niños aún, Emma de cuatro años y una de sus hermanas ingresaron al Hogar Moisés Navajas, los demás hermanos mayores tuvieron que acomodarse con sus familiares más cercanos.
Esto ocurrió en el año 1952, cuando el Hogar Moisés Navajas albergaba tanto a niñas como a niños. Recuerda que creció rodeada de todos los cuidados; pues tenían un techo, comida y acceso a la educación. Cuenta que la única tarea que cumplían era asistir a la escuela, debido a que había personas encargadas del planchado y hasta la costura de sus prendas de vestir.
“Crecimos como en una familia grande, todos los niños nos queríamos como hermanos y aún ahora nos reunimos de vez en cuando para recordar esos tiempos”, relata Emma. Empero, esto ocurrió hace más de medio siglo.
Para finalizar explica que la gran diferencia entre ella y un niño abandonado es que ella sabía perfectamente quiénes eran sus padres y entendía que su madre había perdido la vida y eso era algo inevitable. Tenía claro que no fue abandonada.
También entendía que su padre tuvo que irse por motivos ajenos a su voluntad, en cambio asegura que “un niño abandonado no supera ese sentimiento de haber sido rechazado por sus padres y eso es algo que lo marca para siempre”.
13.770 niños de Tarija en riesgo de ser abandonados
En Tarija existen tres hogares de niños que dependen del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges), se trata del Hogar Sagrada Familia, el Hogar Moisés Navajas y el Hogar Nueva Esperanza.
El Hogar Sagrada Familia recibe a los niños de entre 0 a 8 años de edad, varones y mujeres. Pasada esa edad las niñas son llevadas al Hogar Moisés Navajas y los niños al Hogar Nueva Esperanza. El Hogar Sagrada Familia alberga al momento a 73 menores.
Pero la situación es crítica en el departamento, la directora de Aldeas SOS en Tarija, Patricia Serrano, informó que 13.770 niños y niñas en la ciudad de Tarija corren el riesgo de ser abandonados, es decir que podrían quedarse sin familia debido a los casos de desintegración familiar.
Serrano advirtió que de no tomarse las medidas necesarias para asegurar una inversión social en beneficio de las familias tarijeñas, el futuro de estos niños será incierto, ya que estarían privados de la protección y del derecho a una familia.
“Estamos hablando de una cifra muy alta. Este estudio también revela que hay 1.260 niños que tienen el riesgo de perder muy próximamente el cuidado de sus padres, ya sea del padre o de la madre”, aseguró Serrano.
El “viacrucis” de los abandonados
Según la Defensora del Pueblo la gran mayoría de los niños en abandono está perdiendo día a día la oportunidad de adopción, debido a que sobrepasan la edad que a menudo requieren las parejas adoptantes, mismas que solicitan recién nacidos o que no pasen de los cuatro años.
Del total de niños resguardados en los hogares de Tarija, sólo 30 aún no cumplieron los cuatro años; empero no tienen los trámites concluidos de extinción de paternidad. Lo que significa que no poseen la renuncia expresa de sus padres ante su derecho de progenitores y por lo tanto aún no pueden ser adoptados.
El abandono de un niño, más allá de las cifras, significa privar a esa persona de la posibilidad de contar con una familia y de todos los beneficios materiales como emocionales que esto implica. Muchas veces esto ocurre apenas nacido el menor y de esa manera, y sin saber, el infante se convierte en un número que engrosa las estadísticas de niños abandonados. Así comienza una especie de “viacrucis” o carrera contra el tiempo para lograr el sueño de tener un hogar.
El País eN intentó, en dos ocasiones, visitar los hogares de niños abandonados que están a cargo del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges); sin embargo las dos veces esto fue negado. De esta manera, se inició una investigación para escribir este reportaje con diversas fuentes.
El caso de un niño NN
Para la Defensora del Pueblo, Gladys Sandoval, los niños sin padres tienen muy pocas probabilidades de ser adoptados. “A veces el proceso tarda años y esto imposibilita de manera definitiva que gocen del derecho de crecer en el seno de una familia”, indica.
Por toda esta burocracia el índice de adopción en Tarija es bajo, sobre todo por el largo proceso legal que se debe afrontar. Sandoval relata el caso de un niño de un mes que el pasado año fue abandonado por la zona de El Tejar.
Se trata de un niño NN (sin identidad), quien hasta que no tenga un nombre no puede ser dado en adopción, dicho proceso se denomina pérdida de autoridad. Hasta el momento han transcurrido nueve meses y este menor, con cada día que pasa, está perdiendo la oportunidad de pertenecer a un hogar.
Para Sandoval esto sucede por la burocracia, la carga procesal de los jueces y porque no se ponen como prioridad los derechos del niño.
Añadió que otro caso es el sucedido a un infante que fue abandonado en San Lorenzo, la Defensoría de ese municipio lo trajo al Hogar Sagrada Familia y ahí se encuentra sin que su situación se formalice. No posee documentos y también está en riesgo de convertirse para siempre en una cifra.
El proceso de adopción
Las parejas que han decidido adoptar a un niño saben por experiencia que el trámite puede demorar años y conocen la larga lista de dificultades por las que tienen que atravesar para culminar con éxito este anhelo. Muchas de ellas renuncian en el proceso.
Claudia Escalante, encargada de la parte legal del Sedeges en este tipo de trámites, nos da a conocer los principales aspectos legales de las adopciones con el objetivo de que los solicitantes tomen en cuenta y puedan proceder a una adopción.
La adopción es una figura legal que concede la calidad de hijo al niño que naturalmente es de otra persona. Para que un niño sea adoptado debe poseer la extinción de paternidad; es decir la renuncia de sus padres biológicos al derecho que tienen sobre el niño como su hijo. Los adoptantes deben solicitar la adopción mediante un memorial enviado a un juez, los solicitantes sólo podrán elegir la edad y en algunos casos el sexo del menor.
Otra etapa es La Guarda, se trata de una figura legal que es reconocida por el Código del Niño, Niña y Adolescente. Los adoptantes requieren ante el juez la Guarda de un niño con fines de adopción, es como si lo estuvieran cuidando por un tiempo.
Durante este proceso que dura dos años, no le pueden cambiar el nombre, no pueden viajar y después si el niño se acostumbra y si el hogar ofrece todas las condiciones se puede proceder a los trámites de adopción.
La Guarda se da, sobre todo, cuando determinada persona encuentra a un niño o cuando un familiar deja a su hijo a otra persona para que se lo cuide y no regresa, o fallece. Se destaca que todos estos trámites deben ser autorizados por orden judicial.
De acuerdo a Sandoval los trámites de extinción de paternidad duran mucho tiempo porque los jueces no están trabajando con prioridad los intereses superiores del niño. “En Tarija y a nivel Bolivia los padres que quieren adoptar a niños mandan un memorial a los jueces y piden recién nacidos o menores de un año, pero sí los tramites demoran dos años o más la oportunidad se pierde”, resalta.
Dejados a su suerte
Sandoval destaca que el modelo que se aplica en Aldeas Infantiles SOS es el mejor entorno en el que puede crecer un niño abandonado. Detalla que en dicho hogar se presenta la figura de madre sustituta, misma que se encarga del cuidado de un número determinado de niños, a los que ven como sus hermanos. La madre sustituta les da de comer y los manda a la escuela.
Sin embargo, todos los hogares de niños en Bolivia se encargan del cuidado, alimentación e instrucción de los menores hasta que cumplen los 18 años, momento en el cual deben afrontar la vida solos.
Según Sandoval ésta es una realidad que debe cambiar; pues muchos de los jóvenes que se han criado en estos hogares se ven de un momento a otro sin un techo y sin un trabajo que les permita sobrevivir. Dicha situación los ha llevado muchas veces a dedicarse a la delincuencia.
Carlos (Nombre ficticio) al salir del hogar, sin nada de estudios, ni dinero para optar por una carrera universitaria se dedicó a lavar autos, de ahí comenzó a aprovechar y a sacarles pequeños artefactos como espejos, tapas de llantas, parabrisas, entre otros. Pasado el tiempo aprendió “la destreza” de abrir los vehículos y extraer la memoria de las radios. Luego intentó algo más osado y se animó a encender una vagoneta y se la llevó, pero cuando creía que lo había logrado fue capturado por la Policía.
Ahora está en el penal de Morros Blancos, lamenta lo sucedido pero admite que tal vez no hubiera sobrevivido en las calles. “Con qué plata iba a comer señorita”, se lamenta.
La defensora del pueblo corrobora que existen este tipo de situaciones y añade una experiencia, “un día fuimos a la cárcel con Carmen Molina, ex directora del Sedeges y ella comenzó a reconocer, uno por uno, a niños que crecieron en los hogares”, lamentó.
Un esfuerzo para lograr un plan departamental
La defensora del pueblo, Gladys Sandoval, informó que actualmente se está trabajando un proyecto para que la Gobernación de Tarija pueda hacerse cargo del cuidado de los niños abandonados pero de una manera integral, es decir sin dejarlos a su suerte pasados los 18 años.
De acuerdo a Sandoval uno de los grandes problemas es que cada institución trabaja por separado. En ese sentido dijo que el actual proyecto es un esfuerzo conjunto con Aldeas Infantiles SOS y la Red de niños en riesgo de perder el cuidado parental. Para Sandoval esto podría ser el inicio de un plan departamental.
“Hemos empezado con niños de la cárcel, ahora hay 60 niños en este programa”, afirma y explica que si un niño queda huérfano de padre y madre se le buscará una familia afectiva que tenga algún parentesco con el menor. Luego de identificarla la Gobernación le brindará un apoyo económico en contraparte con Aldeas Infantiles SOS.
Según asegura se ha demostrado, con varios estudios, que lo que puede invertir el Estado para salvar a un niño en un hogar afectivo es siempre menor a lo que se gasta en mantener a un niño institucionalizado.
(Fuente: www.elpaisonline.com)
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