Primero fue todo viento en popa, hasta el 2008, que su mina se cerró debido a proyectos de desarrollo urbanístico, reduciendo su mayor fuente de dinero. Sin embargo, ella continuó cuidando de sus chicos y vendió todas sus propiedades y objetos de valor uno por vez.
Para hacer la situación peor, Li fue diagnosticada con principio de cáncer linfático en el invierno del 2011. No obstante, después de siete días de tratamiento, decidió que ya había tenido suficiente y priorizó a los niños por encima de su propia salud, eligiendo gastar el dinero en ellos.
Lo que ocurrió fue que llevar adelante “su casa de adopción” excedió su capacidad económica. A pesar de las donaciones de amigos, familiares y organizaciones de caridad, aún sigue corta de dinero para poder llevar adelante su hogar.
Si bien muchos se ofrecieron a adoptar a los pequeños, desgraciadamente esto no es legalmente posible. Li nunca registró el lugar como una casa de adopción oficial. Incluso, desde el Departamento de Asuntos Civiles señalan que su institución no está conforme a la ley local. Por lo tanto, no puede legalmente darlos en adopción, aunque no tenga el dinero para hacerse cargo.
Además de sus 72 chicos, tiene un solo hijo llamado Xiao Wen, con quien mantiene una relación tensa. La mujer afirma que él la inspiró para recibir a todos los húerfanos, pero su progenitor no quiere saber nada con su madre porque en el 2004 cuando sufrió una lesión en la espina dorsal, ella estaba cuidando a otro nene en vez de a él. Luego de la cirugía que tuvo que atravesar, se deprimió y se rehusó a volver a hablarle. Después, fue a terapia y ahora conviven otra vez.
(Fuente: www.periodismo.com)
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