¿Por qué hoy reflexionar sobre la adopción? Porque todo trata de ellos, niñas y niños. Y es adentrarse también en angustiosos sustantivos: soledad, abandono, vulnerabilidad, desamparo. Son nuestros menores, y sólo ellos, lo que nos interpelan a fin de que nuestra Justicia sea rápida y, desde ya, justa.
Los menores en situación de adoptabilidad son el motivo y motor de jurisprudencia. Los mayores, en su calidad de adoptantes, son primero adultos cuyas motivaciones para emprender este camino pueden ser múltiples: la ilusión de una familia “perfecta” , rescatar un matrimonio, llenar un vacío existencial, dar amor, verse prolongado en un descendiente, o abrir sus corazones a una realidad muchas veces desconocida. Motivaciones, muchas. Resultados, pocos.
Lo que sí sabemos es que, si bien las expectativas de adopción varían en cada caso, el 90% de los adoptantes quiere niños con edades que vayan desde el recién nacido hasta los 5 años. Pero la edad de los menores que están en condiciones de ser adoptados es inversamente proporcional a ello: la mayoría tiene más de 5 años.
Existe, además de las expectativas de edad de los niños, una realidad que golpea y debe conocerse: la mitad de los menores presenta alguna discapacidad y muy pocos padres están dispuestos a adoptarlos. ¿Pretende todo esto desalentar la adopción? Muy por el contrario, significa redoblar el compromiso y abrir nuestras almas. Queda claro que el camino requiere, por parte de los adultos, un amor sin barreras.
La tarea legislativa nos encuentra muchas veces con casos emocionantes: seis hermanitos que fueron adoptados por tres familias distintas decidieron ser una familia extendida. Entendieron desde el comienzo que los niños eran hermanos y que debían seguir siéndolo.
El nuevo Código Civil y Comercial que rige en Argentina desde hace un año tiende a acelerar todos los procesos. Hoy una mujer embarazada que ha decidido dar a su hijo en adopción ya no tiene que esperar seis meses, sino tan sólo 45 días tras la concepción.Pasado el puerperio, entiende la ley que sus decisiones no serán emocionales u hormonales. Un punto aquí: esta mujer tiene 45 días para dar marcha atrás y son los padres adoptantes los que tendrán que sobreponerse a la frustración en pos del bienestar del niño: permanecer con su madre biológica.
Somos muchos los legisladores que intentamos día a día que el sistema sea eficiente, buscando consensuar más y mejores leyes. Ya está en Diputados un proyecto de Registro Unico de Menores en situación de adoptabilidad, fruto del trabajo conjunto de mujeres de los bloques mayoritarios: avanzamos hacia una base de datos completa y nacional que tendrá como finalidad aglilizar, transparentar y poner a disposición de todos los padres adoptantes aquella información que, al día de hoy, es de manejo exclusivo de los jueces. Esta base de datos también podrá poner blanco sobre negro la eficiencia de los juzgados para dar pronta respuesta a aquellos que no pueden esperan. La prioridad sigue siendo ellos, los niños.
Porque hay miles de chicos que “egresan” de institutos por año, sin haber encontrado alguien que los cobije y que deben enfrentar la vida adulta solos.
Como ya dijimos, ser padres adoptivos muchas veces supone sobreponerse al dolor para reinventarse. Toda historia de adopción envuelve una muestra de entrega incondicional de esos padres en pos de la felicidad de un niño. Educar debe tener al amor como objetivo. Y nadie puede aprender mejor que los niños. ¿Qué otra cosa distinta podríamos decir en torno a padres e hijos?
*Diputada nacional PRO.
Los menores en situación de adoptabilidad son el motivo y motor de jurisprudencia. Los mayores, en su calidad de adoptantes, son primero adultos cuyas motivaciones para emprender este camino pueden ser múltiples: la ilusión de una familia “perfecta” , rescatar un matrimonio, llenar un vacío existencial, dar amor, verse prolongado en un descendiente, o abrir sus corazones a una realidad muchas veces desconocida. Motivaciones, muchas. Resultados, pocos.
Lo que sí sabemos es que, si bien las expectativas de adopción varían en cada caso, el 90% de los adoptantes quiere niños con edades que vayan desde el recién nacido hasta los 5 años. Pero la edad de los menores que están en condiciones de ser adoptados es inversamente proporcional a ello: la mayoría tiene más de 5 años.
Existe, además de las expectativas de edad de los niños, una realidad que golpea y debe conocerse: la mitad de los menores presenta alguna discapacidad y muy pocos padres están dispuestos a adoptarlos. ¿Pretende todo esto desalentar la adopción? Muy por el contrario, significa redoblar el compromiso y abrir nuestras almas. Queda claro que el camino requiere, por parte de los adultos, un amor sin barreras.
La tarea legislativa nos encuentra muchas veces con casos emocionantes: seis hermanitos que fueron adoptados por tres familias distintas decidieron ser una familia extendida. Entendieron desde el comienzo que los niños eran hermanos y que debían seguir siéndolo.
El nuevo Código Civil y Comercial que rige en Argentina desde hace un año tiende a acelerar todos los procesos. Hoy una mujer embarazada que ha decidido dar a su hijo en adopción ya no tiene que esperar seis meses, sino tan sólo 45 días tras la concepción.Pasado el puerperio, entiende la ley que sus decisiones no serán emocionales u hormonales. Un punto aquí: esta mujer tiene 45 días para dar marcha atrás y son los padres adoptantes los que tendrán que sobreponerse a la frustración en pos del bienestar del niño: permanecer con su madre biológica.
Somos muchos los legisladores que intentamos día a día que el sistema sea eficiente, buscando consensuar más y mejores leyes. Ya está en Diputados un proyecto de Registro Unico de Menores en situación de adoptabilidad, fruto del trabajo conjunto de mujeres de los bloques mayoritarios: avanzamos hacia una base de datos completa y nacional que tendrá como finalidad aglilizar, transparentar y poner a disposición de todos los padres adoptantes aquella información que, al día de hoy, es de manejo exclusivo de los jueces. Esta base de datos también podrá poner blanco sobre negro la eficiencia de los juzgados para dar pronta respuesta a aquellos que no pueden esperan. La prioridad sigue siendo ellos, los niños.
Porque hay miles de chicos que “egresan” de institutos por año, sin haber encontrado alguien que los cobije y que deben enfrentar la vida adulta solos.
Como ya dijimos, ser padres adoptivos muchas veces supone sobreponerse al dolor para reinventarse. Toda historia de adopción envuelve una muestra de entrega incondicional de esos padres en pos de la felicidad de un niño. Educar debe tener al amor como objetivo. Y nadie puede aprender mejor que los niños. ¿Qué otra cosa distinta podríamos decir en torno a padres e hijos?
*Diputada nacional PRO.
Connie Liermann
(Fuente: www.perfil.com)
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