jueves, 20 de febrero de 2014

Las adopciones alcanzan su nivel más bajo en Madrid por las trabas en los países de origen.

Adoptar un niño en el extranjero es ahora más difícil que nunca. Los principales países de origen de estos menores están endureciendo aún más los requisitos para conceder su adopción. Estas restricciones han provocado que el número de niños extranjeros adoptados en Madrid haya alcanzado el nivel más bajo de la última década: en 2013, llegaron a Madrid 267 pequeños procedentes de otros países, lo que supone un 41,8% menos que en 2011 (cuando se adoptaron 459 niños extranjeros) y un 68,2% menos que en 2004 (cuando estos acogimientos tocaron techo, con 841 menores llegados a Madrid), según datos del Instituto del Menor y la Familia, dependiente de la Consejería de Asuntos Sociales.

"La reducción de las adopciones internacionales se debe a las trabas burocráticas que ponen los países de origen", apuntan fuentes de Asuntos Sociales. Por su parte, los expertos de entidades dedicadas a gestionar las adopciones y apoyar a las familias coinciden con el diagnóstico: "Los países de donde tradicionalmente venían los niños están aumentando los controles, con lo que en la práctica se reduce el número de adopciones y se retrasan las que están en proceso", explica Adolfo García, coordinador de Cora, una entidad que engloba asociaciones en defensa de la adopción. "Estamos hablando de menores, es normal que existan muchas garantías, aunque es un proceso arduo para las familias. Como mínimo, la espera es ahora de cuatro años", añade García. En 2011, la lista de espera era, al menos, de tres años.


Muchos de los requisitos que piden los países para dar a sus niños en adopción son considerados como "razonables" por los expertos, como tener unos ingresos adecuados para cuidar un hijo, carecer de antecedentes penales o demostrar buena salud. Sin embargo, algunos países están poniendo condiciones más restrictivas: la mayoría de ellos impiden adoptar a hombres solteros, otros como China y Vietnam exigen un "certificado negativo de homosexualidad", para acoger un niño de Nicaragua es preciso que los padres pasen hasta seis meses en aquel país y en Senegal excluyen a familias con hijos biológicos.

Cierre de la adopción en Rusia

Mientras, la adopción en Rusia permanece cerrada temporalmente desde finales de 2013, por las reservas del gobierno ruso hacia los países donde está legalizado el matrimonio homosexual. "Estamos a la espera de que el Gobierno español firme un convenio con el ruso para desbloquear los procesos. Hay muchas familias que ya tenían asignado a su hijo y se les ha paralizado el proceso cuando ya lo tenían todo preparado. Estamos desesperados", cuenta Miguel Ángel, integrante de una de las familias que quiere adoptar un niño ruso. "El problema de Rusia es que están intentando imponer sus restricciones de los derechos humanos. Mientras bloquean las adopciones, muchos niños se están quedando en los orfanatos pudiendo tener aquí una familia", apunta Santiago Rivero, portavoz del colectivo Cogam.

Los principales países de origen de los niños adoptados han restringido la salida de esos menores. En 2013 llegaron a Madrid menos niños de Etiopía (un 48% de reducción respecto a 2011), de Vietnam (57% menos), de China (baja un 58%), de Colombia (un 83% menos) y de Rusia (un 2,7% menos). "Los asiáticos están poniendo muchas dificultades burocráticas y en los latinoamericanos influye que están priorizando la adopción nacional dentro de sus fronteras. Son países que se están desarrollando y cada vez más familias de allí pueden cuidar a los niños huérfanos, así que reducen el cupo de menores para otros países", explica García. Los retrasos también se deben a la edad de los niños: "Mucha gente busca un niño lo más pequeño posible y sin necesidades especiales, pero normalmente en los orfanatos hay niños más mayores que han sufrido traumas", cuenta el experto.

"El procedimiento es complejo"

Las familias que desean adoptar un niño extranjero se tienen que enfrentar a un largo proceso. "El procedimiento es complejo", advierten en la Comunidad. El camino comienza con una reunión informativa entre los padres y los técnicos del Instituto madrileño del Menor y la Familia. A continuación, la familia debe entregar la solicitud acompañada de certificados sanitarios, de renta y de antecedentes penales. Una vez revisada la documentación, los padres se someten a un curso de formación durante cuatro semanas y eligen el país de origen del niño. La Comunidad elabora un estudio psicosocial de la familia y una comisión valora si son aptos para la adopción.

En los siguientes pasos ya colaboran las autoridades del país escogido, lo que ralentiza el proceso. La familia tramita el expediente, realizando el papeleo por su propia cuenta o a través de una agencia especializada. Las autoridades extranjeras asignan un niño a unos padres y establecen una fecha para que la familia viaje al país a conocer al niño, constituir la adopción ante un juez y recoger al menor para traerlo ya como ciudadano español. Todos estos trámites requieren tiempo, pero también dinero: "Exige unos gastos de abogados, viajes, traductor o tasas en el orfanato, que pueden llegar a suponer hasta 20.000 euros", apunta el coordinador de Cora. Además, una vez que el niño ya está viviendo con su nueva familia, los funcionarios de las embajadas realizan seguimientos para comprobar si reciben cuidados. En el caso de Burkina Faso, estas investigaciones continúan hasta que el niño cumple los 18 años.


Begoña Alonso, 44 años: "Ya conocemos a Iván, pero Rusia ha bloqueado la adopción"

Begoña y su marido Alfredo, un matrimonio de San Lorenzo del Escorial, son una de las familias afectadas por el bloqueo de las adopciones decretado por Rusia. Esta paralización está pendiente de que el Gobierno español y el ruso firmen un convenio que ya lleva meses de retraso. "Hace tres años que empezamos el proceso para adoptar un niño en Rusia. Después de muchos trámites y muchas esperas, nos asignaron el niño en mayo de 2013. Se llama Iván y ahora tiene casi tres años. Incluso viajamos en verano allí para conocerlo y tuvimos la oportunidad de estar con él un tiempo. Cuando lo vimos sentimos lo mismo que debe sentir cualquier padre cuando ve la ecografía de su hijo por primera vez", recuerda esta mujer.

"Al final volvimos a Madrid con mucha ilusión porque nos dijeron que en el plazo de cuatro meses se celebraría el juicio para constituir la adopción y ya podríamos tenerlo con nosotros. Pero a las pocas semanas nos dieron la peor noticia: Rusia había recomendado a sus jueces que extremaran la vigilancia para asegurarse de que sus niños no iban a parar a ninguna familia homosexual", lamenta Begoña. Finalmente, se ha restringido para todo tipo de familias españolas.

"Es terrible lo que está pasando. Psicológicamente, este proceso tan largo te destroza. Y no solo por nosotros: también los niños están sufriendo unas condiciones que podrían solucionarse si se agilizara el proceso. Además, ni siquiera tenemos la garantía de que finalmente Iván estará con nosotros, ya que en Rusia han priorizado las adopciones entre familias rusas frente a las de otros países. El tiempo corre en nuestra contra porque si aparece otra familia rusa para Iván nos lo podrían quitar. Es una barbaridad, ya lo sentimos como nuestro hijo".

(Fuente: 20minutos.es)





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