sábado, 7 de noviembre de 2015

El país de los huérfanos. (Artículo de Adriana Cooper).

Hay una historia que siempre hace que se me agüen los ojos. Corría el año 1945, la Alemania nazi había sido derrotada y las cenizas del holocausto cubrían literal y figuradamente los cielos de Europa. En ese entonces, un rabino llamado Eliécer Silver decidió ir a varios pueblos para encontrar a los niños judíos que estaban en orfanatos descuidados. Para poder reconocerlos y reclamarlos sin problema ante autoridades o cuidadores de paso, dijo en voz alta una oración que suelen recitar los padres judíos a sus hijos antes de dormir. Cuando eso ocurrió, niños de todas las edades comenzaron a llorar y a abrazarlo mientras llamaban a sus papás desaparecidos. La misma situación se repitió en diferentes pueblos y ciudades de Europa. Gracias al deseo de una persona, miles de niños pasaron el resto de sus días en una familia.

Quienes hemos conocido de cerca a varios huérfanos, conocemos la marca indeleble que deja la pérdida familiar durante la infancia. Y mucho más si ella ocurrió en condiciones violentas. Conozco a una mujer fuerte y mayor que cuando está en situación de peligro, llama a su papá, un hombre que fue asesinado entre las montañas de Antioquia cuando ella era niña. Quienes hemos sido profesores de niños abandonados o hemos visitado los albergues, vemos la dificultad que tienen muchos para recibir o expresar afecto. Vemos sus ojos tristes conmoverse con facilidad, escuchamos sus inseguridades, temores o la incapacidad de algunos para destacarse en el estudio o creer en ellos mismos.

Esta semana y con la decisión de la Corte Constitucional de permitir la adopción a parejas del mismo sexo, volvió a tratarse el tema de los huérfanos en Colombia. Según cifras del Instituto de Bienestar Familiar, alrededor de cinco mil niños esperan dejar los albergues y ser adoptados por una familia. A estos se suman los miles de menores que perdieron a uno de sus padres y abandonaron los estudios para trabajar o ser cabeza de hogar. Las cifras al respecto son confusas porque es un fenómeno que no ha sido estudiado o medido con total precisión. En el año 2009, la revista Semana publicó un informe titulado “País de Huérfanos” que reveló cifras al respecto e impactó tanto a Sergio Estrada, un profesor universitario de Medellín , quien después de leerlo presentó con sus alumnos una demanda contra el Código de Infancia y Adolescencia. Su acción provocó la histórica sentencia de la Corte Constitucional de esta semana.

Esta decisión de la Corte es una victoria. Y no debe ser la única acción al respecto en un país como el nuestro con tantos niños huérfanos dentro y fuera de los albergues. ¿Qué acción grande o pequeña puede hacer cada uno para mejorar la situación de los huérfanos? ¿Cómo lograr que el tema interese a más personas? ¿Qué hacer para que ese mismo interés que despiertan entre muchos los animales desprotegidos ocurra también con los niños? Y es que al final de cuentas, todos estamos y estaremos conectados. Los huérfanos infelices de hoy serán los empleados, jefes y habitantes de nuestras ciudades de mañana.

(Fuente: www.elcolombiano.com)

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