sábado, 12 de diciembre de 2015

Más de 200 madres han renunciado a sus hijos recién nacidos en la última década.

Los llantos de un bebé desatan la alarma en un prostíbulo de Alginet. Acaba de llegar al mundo y se mueve indefenso en la taza de un váter, cubierto por una manta. Así fue hallado, hace una semana, un recién nacido. La alarma de los testigos y una rápida intervención policial pone a salvo al pequeño. La madre, una joven rumana de 26 años, es detenida. «Antes de cometer una locura, las mujeres deben saber que hay soluciones hasta en los momentos más desesperados», destaca una trabajadora de la Casa Cuna Santa Isabel.

La entrega del bebé a los servicios sociales es un camino que en la última década han elegido más de 200 mujeres en la Comunitat. La gran mayoría tomó la decisión en el propio hospital, después de alumbrar a un hijo que rechazó criar por dificultades económicas, la juventud, la falta de apoyo familiar u otras circunstancias. 

Las autoridades establecen un periodo de 'tregua' o reflexión que se ha ampliado con arreglo al Convenio Europeo de Adopción. «Los padres tenían antes 30 días para reafirmarse en su decisión, pero ahora disponen de un mes y medio», explican en la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, que gestiona las renuncias a hijos.

Según una especialista de Servicios Sociales y Dependencia, «no siempre son familias numerosas las que toman esta determinación y, con frecuencia, se trata de madres solteras». El proceso suele comenzar cuando la mujer acude al hospital para dar a luz. «En el ingreso, o incluso antes, contacta con los servicios sociales del centro y comunica su decisión de renunciar al bebé», explica la experta.

Una vez firmado el documento de renuncia, la conselleria declara al niño en desamparo de manera automática. Empieza la cuenta atrás de esas seis semanas de reflexión. «Tras dar a luz y recibir el alta, las madres se marchan ya sin sus bebés. Los niños son trasladados después con familias de acogida urgente», explica la responsable autonómica.

En los últimos 15 años «no más de una o dos madres» se han echado atrás aprovechando el tiempo legal para retractarse. «Cuando firman el escrito de renuncia ya están bien asesoradas. Es una decisión muy dura que y la tienen bastante meditada», asegura la experta. A las seis semanas, y con el visto bueno definitivo, la Generalitat inicia los trámites de adopción.

Sólo en lo que va de este año, 15 mujeres han renunciado a sus bebés recién nacidos. Son ya un número similar a las de 2014. En los primeros años de la crisis había casi 30 renuncias anuales. Ahora esa cifra se ha reducido a la mitad.

En terreno delictivo

Esta opción no conlleva ninguna consecuencia legal para los padres, pero casos como el de Alginet o el abandono de bebés en la calle entran directamente en el terreno delictivo. Y la ley prevé penas de hasta dos años de cárcel para quien deja a un niño a su suerte. En la última década, una veintena de recién nacidos han sido hallados en la calle tras ser abandonados por sus padres.

La abogada penalista Ángela Coquillat resume así las consecuencias de esta crueldad. «El castigo puede elevarse hasta los tres años de prisión si quienes dejan al niño son sus padres, tutores o guardadores legales». Y si ese abandono pone en riesgo su vida o su salud, por ejemplo dejarlo en la calle en pleno invierno, «el tiempo de cárcel puede llegar a los cuatro años». Los casos más graves se catalogan ya como intento de homicidio, con penas mucho mayores.

«El Codigo Penal», explica, «no fija diferencias penales en función de la edad. Tiene la misma consideración un bebé que un niño de cuatro años». Es el juez el que acaba decidiendo, en cada caso, el peligro al que se expone al pequeño por su grado de vulnerabilidad.

Los niños abandonados acaban bajo el cuidado de la Generalitat y siguen el mismo camino que los procedentes de renuncias. Se les declara en desamparo. Sin embargo, antes de ser entregados en adopción, viven un periodo de espera mientras se investiga su procedencia. Si bien son apartados de sus padres, cabe la posibilidad de que sean criados con tíos o abuelos.

(Fuente: www.lasprovincias.es)

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