miércoles, 27 de mayo de 2015

Vivir como los otros niños.


Cruz Roja busca familias de acogida permanente para más de una veintena de menores coruñeses, incluidos grupos de hermanos, mientras sus padres no pueden hacerse cargo de ellos.
Niños que recuperan su derecho a estar protegidos. Familias que les dan cariño y los educan sin que existan lazos de sangre y a sabiendas de que su tarea tiene, en la gran mayoría de los casos, fecha de despedida. Esta perfecta simbiosis es la base sobre la que se asienta el acogimiento familiar, un recurso orientado al cuidado de menores que se encuentran privados de una adecuada atención por parte de sus padres (aunque sea circunstancialmente) y que consiste en confiar su cuidado a otras personas o núcleos familiares que reúnan las condiciones personales, educativas y materiales necesarias para proporcionarle un entorno estable.

Una vez más, Cruz Roja hace un llamamiento en A Coruña para encontrar familias de acogida permanente para menores a los que les está resultando especialmente difícil encontrar un hogar, mientras no pueden ser atendidos adecuadamente por sus padres. Son unos 25 niños y, entre ellos, hay varios grupos de hermanos. "El caso de grupos de hermanos complica más la tarea, ya que el objetivo prioritario es no tener que separarlos", apunta la trabajadora social del programa de Acollemento Familiar de Cruz Roja en A Coruña Carmen Rey.

"Hacer algo positivo" por esos pequeños fue el primer objetivo que animó a la coruñesa Mª Carmen Iglesias a abrirles las puertas de su hogar, hace ya seis años. Inculcar valores a sus hijos -que en la actualidad tienen 15, 17 y 19 años- fue el segundo. "Es una forma de concienciarlos, de que entiendan que hay otras realidades además de la que a ellos les ha tocado vivir", señala Mª Carmen, quien reconoce que la llegada de un niño de acogida "revoluciona a toda la familia". En su caso no fue uno, sino dos, hermanas, y que además entraron en sus vidas con más de un año de diferencia. "Primero vino la pequeña, con apenas un mes, y un año y pico después nos plantearon la posibilidad de acoger también a su hermana mayor, que por aquel entonces tenía 3 años y que estaba viviendo en un centro de acogida", recuerda.

Una situación que, en un primer momento, les cogió desprevenidos, pero a la que pronto se adaptaron con facilidad. "A nivel familiar no pasaba nada, el principal problema que nos planteamos era la parte práctica, hubo que reorganizar la casa, de hecho, las niñas comparten habitación con una de mis hijas... exige un poco de sacrifico, porque con cinco niños en casa hay que apretarse más el cinturón, renunciar a ciertas cosas... pero realmente vale la pena", sostiene esta coruñesa.

"La mayoría de las familias que participan en el programa coinciden en que es una experiencia muy gratificante", apunta Carmen Rey, quien insiste en que el objetivo de esta iniciativa, puesta en marcha en 1995, es que los menores vivan temporalmente en un entorno que les ofrezca cuidados, afecto y apoyo mientras se solucionan los problemas de sus padres.

La principal diferencia con la adopción es que aunque la acogida sea, como en el caso de las dos pequeñas que viven con Mª Carmen Iglesias y su familia, permanente -y que, por tanto, se pueda prolongar hasta que los menores alcancen la mayoría de edad-, los niños no perderán el contacto con sus padres biológicos. "Algunas familias biológicas son algo reacias al principio porque desconocen el programa", señala Carmen Rey. "Después no suele haber problema. Les organizamos un encuentro con los acogedores, y ahí es cuando desaparecen los temores. Lo normal es que ambas partes colaboren y se lleven bien. Es lo mejor para los pequeños", destaca.

Durante la acogida, familia biológica y temporal también se ven con frecuencia. La clave para que las relaciones sean fluidas está, tal y como destaca Mª Carmen Iglesias, en el respeto. "En nuestro caso no ha habido ningún problema. Los padres de las niñas entienden que les queremos echar una mano, no quitarles a sus hijas. Nos vemos una vez al mes, y en esos encuentros les contamos cómo es el día a día de las pequeñas, cómo van en el cole, qué cosas han hecho... Y ellos también nos facilitan mucho nuestra labor, les piden que nos hagan caso, que se porten bien... hay muy buena sintonía", destaca.

Para acoger a un menor no se exige un modelo concreto de familia, ni que tengan o no hijos. "Lo único que pedimos es que haya una motivación adecuada y un compromiso serio y real", apunta Carmen Rey. "En nuestro programa participan familias con hijos, monoparentales, parejas de hecho, homosexuales... No hay un único perfil", señala la trabajadora social de Cruz Roja. Todo sigue un estricto protocolo. Los futuros acogedores tendrán que pasar varias entrevistas y obtener la idoneidad del Equipo de Menores de la Xunta. Durante la selección, se analizan sus motivaciones, su disposición a ayudar y el hecho de que conformen un hogar con una vida familiar equilibrada. A continuación, el equipo de psicólogos y trabajadores sociales busca el menor que mejor se adapta a las características de esta familia, ya que son muchos los aspectos a tener en cuenta (situación geográfica, si hay o no más niños en el hogar, etc.) e inicia la formación de los acogedores.

Las familias interesadas en participar en el programa de Acollemento Familiar de Cruz Roja pueden dirigirse a la oficina autonómica de la entidad, situada en la calle Cruz Roja Española, nº 1, en A Coruña, llamar a los teléfonos 900 812 880 o 679 955 275 (este último, solo para la provincia de A Coruña), o entrar en la página web http://familiasacolledoras.cruzvermella.org/, donde encontrarán respuestas a todas las dudas que se les planteen.

(Fuente: www.laopinioncoruna.es)

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