Su icono de grupo de whatsapp es una montaña rusa. Su estado de ánimo desciende desde la cima al suelo a una velocidad de vértigo. Su existencia y esperanza penden de una cadena de reuniones y de una madeja de burocracia difícil de desentrañar.
Ana Bolaño lleva cuatro años esperando poder adoptar a un niño que nunca llega. Ha pasado ya por tres países y su ilusión se va mermando a medida que pasan los años y no aparecen las soluciones: "Estamos intentando adoptar en Nigeria, pero venimos rebotados de Vietnam y de Mali. En Vietnam, nos dejaron fuera del proceso por un cambio de legislación y en Mali, se trató de una guerra civil. Ahora, en Nigeria, nos encontramos con problemas burocráticos", explica Bolaño, en la sede de la ONG Familias de colores en Madrid donde se realiza la entrevista.
Como ella, otras 33.000 familias españolas con certificado de idoneidad aguardan para poder adoptar, mientras que la cifra de los niños adoptados que llegan a nuestro país ha caído un 61% desde el año 2009. Si durante ese año los procesos culminados con éxito fueron 3.006, en 2013 la cifra ha descendido a 1.188 adopciones, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Un dato que caerá todavía más en 2014 y que se sitúa lejos de los 5.541 niños adoptados en España en 2004 o de los 4.472 del 2006.
Los procesos de adopción se van estrangulando año tras año, por lo que la desesperación de las familias es cada día mayor. De hecho, desde la ONG Familias de colores, denuncian que ya hay más niños que entran en España mediante el vientre de alquiler que por medio de la adopción.
"Bajo el sistema del vientre de alquiler este año van a entrar en España más de 1.000 niños, una cantidad mayor que bajo la adopción internacional. Estamos consintiendo una práctica que es ilegal y, sin embargo, a las familias que están dispuestas a esperar seis o siete años en un proceso legal les estamos dejando en la estacada. Ahora, las familias ya no acuden a Estados Unidos como antes, donde la mamá tenía unas garantías legales, sino que se van a La India, a Rusia y a sitios donde es más barato y donde las condiciones de las madres y de los niños son muy criticables", censura Susana Morales, directora de Familias de colores, entidad colaboradora para la adopción internacional (Ecai).
Las familias pueden esperar hasta siete años y van rebotando de país en país
Este dato es corroborado por las empresas dedicadas al vientre de alquiler, que están registrando un aumento de la demanda, pese a los elevados gastos que conlleva: desde los 45.000 euros en Ucrania hasta los 100.000 de Estados Unidos. La empresa Subrogalia afirma que realizó el año pasado 260 gestaciones subrogadas y que en 2014 la cifra se ha duplicado, por lo que calcula que la cantidad total superará este año los 1.400 niños en España procedentes de vientres de alquiler.
"A raíz del cambio drástico que habido en la posibilidad de adoptar, muchas familias acuden a la gestación subrogada para ser padres. Hay muchas personas que lo han pasado fatal, se han quedado estancadas y recurren a nosotros para tener hijos", afirma Santiago Agustín, director de la empresa del sector Interfertility.
17 interlocutores en lugar de uno
Desde Familias de Colores se quejan del callejón sin salida en el que se encuentran sumidos los futuros padres. Según denuncia esta ONG, en España sólo hay abiertos 30 países para adoptar, de los que prácticamente sólo cinco son viables, mientras que en el resto de Europa tienen abiertos otros 45. De hecho, el pasado mes de mayo el Grupo Socialista en el Congreso presentó una iniciativa para pedir al Ejecutivo "ampliar a nuevos países la posibilidad de adopción", demanda que fue rechazada por el PP.
"La adopción en España está pasando por momentos muy graves y hacemos un llamamiento a las autoridades para que nos escuchen y se pongan en nuestra piel. Sólo hay cinco países viables para adoptar, lo que deja a 30.000 familias adoptantes que hay en la actualidad sin ninguna oportunidad de poder ver cumplido su sueño de ser padres", argumenta Morales.
Carmen, adoptada en China por la familia Morales y su hermano Daniel, de Haití.
Contra todo pronóstico, los problemas burocráticos no se producen sólo en los países de origen sino que, en muchas ocasiones, hay más trabas en el país de acogida. En España las competencias de adopción están transferidas a las comunidades autónomas, lo que dificulta en gran manera las relaciones bilaterales con los países de origen.
"El inicio del problema empezó cuando se transfirieron las competencias de adopción a las comunidades autónomas. Para tener relaciones internacionales es mejor que haya un ente y no 17 pequeños entes interactuando. A veces, no podemos firmar un convenio bilateral porque no hay una persona con el estatus correspondiente como exigen los países de origen. El papel del Ministerio de Sanidad es sólo de informador. No hay un órgano de verdad con responsabilidades decisorias", se queja Morales.
Un proceso lleno de lagunas
A todo ello hay que sumar los problemas de comunicación entre los gobiernos y que, en ocasiones, un cambio de cónsul puede suponer que se paralicen todos los expedientes, como ha sucedido en Nigeria.
Mientras tanto, el día a día de las familias se torna cada vez más difícil. "Para los padres biológicos el proyecto de vida dura 9 meses, pero los padres adoptivos sabemos cuándo empezamos pero no cuando acabamos. Te ponen tantas trabas que es desesperante y muy difícil llevar un día a día. Te condiciona la vida porque se alarga mucho en el tiempo y la vida de las familias en cuatro años puede dar un vuelco de 180 grados", declara Bolaño.
Al lado de esta mujer, cuya gran pasión es convertirse en madre, se sienta Darío Alario, que ha pasado por el mismo calvario. Saltos de país en país y cambios de las reglas del juego sobre la marcha, en un proceso, que, a su juicio, "tiene muchas lagunas y es muy arbitrario". "Esto es una agonía y estamos sufriendo muchísimo. Hasta que no tenga a mi niño en el aeropuerto no me voy a quedar tranquilo", se lamenta Alario.
Y prosigue con su letanía de quejas: "Hoy estás arriba porque ha habido una reunión y todo ha sido positivo y mañana te enteras de que las cosas no han salido bien. Parece que ya va a estar y te pones las vacunas porque te vas a ir al país y, de pronto, te encuentras con que te lo han cerrado".
'En Haití, los niños de menos de 10 años se están prostituyendo por un vaso de agua'
Susana Morales niega que la caída de las adopciones internacionales se deba a una disminución de los niños adoptables: "¿Alguien puede creer que hay menos padres que quieren adoptar que niños desamparados en el mundo? No es que haya menos niños es que hay muy poca voluntad".
Además, critica que desde el primer mundo se pongan exigencias difíciles de asumir para el Tercer Mundo: "El Convenio de la Haya impone una normativa muy estricta en materia de infancia en los países donde se hacen las adopciones y estos países no tienen capacidad administrativa para llevarla a cabo. En algunos casos, se colapsan como sucedió en Vietnam. No se le puede pedir a un país pobre que monte un equipo legislativo y un sistema administrativo como el de Noruega, si luego no le echas una mano. Todo es en búsqueda del bien del menor, pero al final es el menor el que se queda en un orfanato, si tiene suerte, y si no, estará en la calle, con un futuro muy incierto".
La directora de Familias de Colores recuerda el caso de Haití, que tras el terremoto ha hecho grandes esfuerzos para legalizar las adopciones y donde casi todos los países europeos pueden adoptar, salvo España. "Allí las madres van con los niños en los brazos a las puertas de los orfanatos y no pueden cogerlos porque no tienen sitio. A los dos o tres días se los llevan muertos. En Haití, los niños de menos de 10 años se están prostituyendo por un vaso de agua". Morales pide una solución urgente porque "se está condenando a los niños haitianos a la muerte" y porque "el hambre, la sed y las mafias sexuales no esperan".
(Fuente: Diario El Mundo)
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