Somos una de las muchas familias afectadas por la paralización de las adopciones en Rusia con motivo de la recomendación del Tribunal Supremo ruso el pasado 29 de agosto. Tras varios años intentando ser padres, iniciamos nuestro proceso de adopción en el 2011 y tramitamos la documentación necesaria que se envió al Ministerio de Educación ruso. El pasado marzo, nuestro expediente fue asignado a la región de Chelyabinsk. Un paso importante que nos acercaba más a nuestro futuro/a hijo/a. Y en julio recibimos la ansiada llamada: nos preasignaban un niño y debíamos confirmar si queríamos conocerle. Viajamos hasta Rusia y, una mañana de agosto, allí estaba: Sasha, un niño de dos años y medio. Vivimos con él cinco días intensos, haciendo dos visitas al día, compartiendo juegos, lágrimas, risas, abrazos y besos. Volvimos a Barcelona con el propósito de preparar cuanto antes la documentación necesaria para el juicio, con el deseo de que la fecha de este llegara lo antes posible, viajar de nuevo y regresar con él. Y entonces, recibimos el mazazo de la noticia. De momento, todo se ha paralizado a la espera de que los gobiernos de los dos países cierren la firma de un convenio en materia de adopción internacional. Nosotros no somos políticos, solo entendemos que en Rusia está nuestro hijo. Por ello, pedimos a las autoridades que hagan lo posible para agilizar la firma del convenio, pendiente desde hace más de cuatro años, y acuerden una moratoria que levante el bloqueo mientras se cierra la firma del acuerdo.
Marta Yebra.
(Fuente: Cartas -El Periodico.com)
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