viernes, 27 de junio de 2014

El acogimiento familiar “no hay que pensarlo, hay que probarlo”.

“¿Me haces un hueco?”, le dijo una niña sentada en una maleta a la almeriense Estrella Cara desde un anuncio publicitario de la Consejería de Bienestar Social. Corría el verano de 2009 y esta mujer, ama de casa, y madre de Fran, que ahora tiene 8 años, no pudo decir que no. En tres años ha atendido en su casa, por la vía de acogimiento familiar de urgencia, a siete menores de entre 0 y 6 años. Hoy, dos de ellos, un niño y una niña, forman parte de su núcleo familiar.
El gesto de Estrella, natural de Adra y de 37 años, y de su marido Francisco Hernández, programador de profesión, es el que han dado ya más de un centenar de familias en la provincia. “Somos muchos, pero hacen falta más”, asegura Estrella con voz firme y una sonrisa que no le cabe en la cara.
Madre de “ocho niños, ya”, como dice ella, anima a cualquier familia que pueda, a probar. “El acogimiento familiar no hay que pensarlo, hay que probarlo”, insiste. Y es que, gracias a familias como la de Estrella, Francisco y Fran, más de 300 menores  son atendidos en la provincia en un núcleo familiar,  alejados de centros e instituciones de acogida.
El programa de acogimiento familiar, en cada una de sus modalidades, depende del Servicio de Protección de Menores de la Junta de Andalucía, a través de la consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, y cuenta con el apoyo imprescindible del equipo de Cruz Roja, que es el que forma a las familias, aunque la valoración de idoneidad de cada una de ellas lo otorga la administración autonómica.
También recién nacidos  La familia de los Hernández-Cara, que viven en la capital, sabe de vínculos afectivos, de biberones, noches sin dormir y, sobre todo, de abrazos, besos y risas. “Desde que recoges al niño, lo quieres como si fuera tu hijo”, asegura esta mujer que, en más de una ocasión ya, ha tenido que ir con su marido al hospital a recoger a algún bebé recién nacido que necesitaba de su cariño. Otras veces, ha estado pendiente de una llamada para atender a otros, algo más mayores, aunque, ninguno ha sobrepasado los 6 años.
De todos guarda recuerdos estupendos y, si bien, hay diferencias en función de la edad, fundamentalmente, a todos les sigue la pista. “El whastapp es para mí una maravilla. Puedo ver cómo van creciendo”, afirma esta madre, que ha tenido la suerte de mantener contacto con la mayoría de los niños que han pasado por su casa.
El vínculo no acaba “No hay obligación por parte de su familia, ni derechos por nuestra parte, pero sí hemos tenido la suerte de tener buena relación con las familias como para saber de los niños y verlos”, reconoce Francisco Hernández, que, al igual que su mujer y su hijo Fran, recomiendan vívamente el acogimiento.
“Recibes mucho más de lo que das”, insiste Estrella, que siente las sonrisas de los pequeños como algo “impagable”. Los más pequeños requieren necesidades más físicas y los más mayores, tienen otras, pero todos evolucionan fenomenalmente en familia.
“Es emocionante cuando empiezan a hablar, dicen ‘ajo’, o aprenden a caminar”, relata el hijo natural de esta familia que ve en el hecho de compartir “un auténtico regalo”.
“Me lo paso muy bien jugando con los niños y enseñándoles cosas”, dice. Y es que, algunos de sus hermanos han aprendido a hablar en su casa, bien porque antes eran pequeños para hacerlo, bien porque proceden de otros países y no conocían bien el idioma.

Otro perfil Y es que, la crisis ha modificado, en parte, el perfil de los menores en acogimiento. Si antes eran más los extranjeros, ahora son también los españoles los que necesitan de la ayuda de otras familias. Siempre, además, con el objetivo de volver a su núcleo familiar o su familia extensa (abuelos o tíos, por ejemplo). De hecho, tanto desde el Servicio de Protección de Menores como desde Cruz Roja  insisten en que el acogimiento “no es en ningún caso, una puerta para la adopción”.
“Cuando un niño se va, se siente una mezcla de dolor y de alegría”, resume Fran Hernández Cara que, a sus 8 años, sabe, y mucho, de pasiones intensas. Explica que se siente “feliz” al saber que los pequeños que han vivido en su casa y compartido padres con él “ya no tienen problemas”. Este es el objetivo, dicen sus progenitores, que animan a acercarse a Cruz Roja y conocer un servicio “vital”.
(Fuente: www.lavozdealmeria.es)

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