domingo, 20 de octubre de 2013

Adopciones: la Esperanza nunca se pierde

Al largo proceso de espera se le han unido las trabas que algunos países ponen a las familias españolas a la hora de adoptar. Muchas se han quedado a las puertas de recoger a sus hijos, pero luchan por un final feliz


Toda la vida gira alrededor de este momento, pero no haces planes. Ahora, incluso, se nos han pasado los nervios". Tolo Juan Massanet se refiere al instante en que por fin él y su mujer puedan tener ese ansiado hijo, al que llevan esperando desde que en 2006 iniciaran los trámites para adoptar a un menor en China. En todo este tiempo han hecho exactamente lo que se les exigía, han asistido a los cursos de preparación organizados por el Consell de Mallorca, han conseguido el certificado de idoneidad, han enviado todos los documentos traducidos a China y ahora sólo les queda esperar, algo más de un año, supone el futuro padre.

Este matrimonio tuvo claro desde un principio que querían adoptar en China, "porque en temas burocráticos es muy transparente" y estaban mentalizados de afrontar la espera, por larga que esté siendo, así que Tolo asegura que nunca han pensado en abandonar la idea de la adopción internacional. Sí reconoce que les duele compartir cosas con familias que tienen niños, porque les es imposible dejar de pensar cuándo podrán ellos ir a la piscina con su hijo, o a una comida con más amigos...

Tolo no sabe si será niño o niña, no tiene todavía ningún menor asignado. En cambio, Roberto y su mujer, Joana, sí lo tienen. Un pequeño de Rusia al que conocieron durante un viaje de tres días el pasado mes de abril. Desde ese momento, lo consideran su hijo y sufren porque las nuevas exigencias de Rusia de firmar con España un convenio bilateral sobre adopciones pueden suponer varios meses más de espera, por muy ágiles que sean las negociaciones entre el Gobierno ruso y el español. "El problema es que cada momento que está el niño ahí, sigue estando en la base de datos rusa y cualquier pareja rusa lo puede adoptar porque tienen preferencia", comenta Roberto. Asegura que no hay día que pase en que no se acuerden de él y miren los vídeos de aquel encuentro en Rusia. "A la gente le sorprende, y nos dicen cómo puedes decir que es tu hijo si sólo lo has visto tres días...", añade, pero lo cierto es que en su casa ya está la habitación preparada para el pequeño y la ropa comprada.

Convenio bilateral
Roberto y su mujer son una de tantas parejas españolas que se han quedado a las puertas de tener a su hijo, cuando sólo les quedaba pendiente un juicio en Rusia para formalizar todos los trámites y volver a casa con el niño, situación en la que están un total de siete familias de Mallorca. Cuando todas ellas sólo estaban pendientes de ser citados para un último viaje a Rusia, el Gobierno de Putin endureció más las condiciones para adoptar a los españoles. A principios de verano, prohibió la adopción a matrimonios homosexuales y familias monoparentales y el pasado 29 de agosto, el Tribunal Supremo ruso recomendó paralizar los juicios con familias de España hasta que se firmara el convenio bilateral por el que se garantiza el respeto a las leyes moscovitas. Y ahí se vino abajo la ilusión de muchas personas.

Los futuros padres demuestran un conocimiento muy amplio de todo lo que tenga que ver con Rusia y uno de ellos afirma que la única región en que no se han paralizado los juicios es la de Krasnoyarks, ya que cada una cuenta con sus jueces. Este mismo padre, con otro niño más mayor adoptado en Rusia y que prefiere mantener el anonimato, asegura que la tramitación de una adopción se ha complicado en pocos años, mucho más porque el mismo Gobierno ruso da facilidades a sus compatriotas para que adopten niños.

Las adopciones internacionales han superado y en mucho, las adopciones nacionales en Mallorca durante varios años, aunque ahora la situación ha cambiado. Los países están endureciendo las condiciones para adoptar a las familias extranjeras y se favorece que los niños se queden en su país, destaca Ramón Rotger, presidente de la Associació de les Illes Balears d´Adopcions. Según los datos que su organización maneja, en un año las adopciones internacionales han disminuido entre un 20 y un 30 por ciento. Las cifras aportadas por el Institut mallorquí d´Afers Socials del Consell reafirman lo dicho por Rotger. En 2009, se adoptaron 23 niños nacionales y 49 de otros países. En 2010, más de lo mismo, 27 niños de aquí y 43 internacionales, al igual que en 2011... Pero en 2012, fueron 29 niños nacionales los adoptados y 27 las adopciones internacionales. Y la misma tendencia se puede observar en las solicitudes presentadas, que en su conjunto también han descendido casi a la mitad.

Pese a que ADIBA no dirige a los padres hacia un determinado país, Rotger sí ve indicios en Rusia de que las adopciones poco a poco se irán cerrando a otros países, al igual que China, "pidiendo cosas esperpénticas, absurdas...", como un índice de masa corporal determinado.

Por libre o por ECAI
Tolo Massanet y su mujer han iniciado un protocolo público para poder adoptar, es decir, llevan ellos directamente todas las gestiones. Muchas otras parejas optan por gestionarlo todo a través de una Entidad Colaboradora para la Adopción Internacional (ECAI), que se convierte en su interlocutora ante las instituciones. En Mallorca, hay registradas seis asociaciones de este tipo. En estos momentos, adoptar a través de una ECAI supone un desembolso de entre 30.000 y 40.000 euros –viajes y estancia en el país de adopción incluidos–, según comenta Toni Mercadal, responsable de Infancia i Futur, agencia acreditada para adopciones en Rusia. "Era el único país que a lo largo del tiempo se ha mantenido estable, aunque la falta de firma del convenio es un problema ahora", comenta Mercadal, quien reconoce que los plazos de han alargado. Si antes era posible adoptar en un año y medio, la espera se acerca más a los dos años.

El representante de esta ECAI también ha constatado cómo la adopción internacional "ha caído en picado fundamentalmente por la crisis económica". En su opinión, las cifras actuales son más razonables: "Había habido un boom de adopciones internacionales que no cuadraba con nada". 

Las negociaciones entre Rusia y España sobre el ansiado convenio bilateral tiene en vilo a familias y ECAI, que no pueden dar más información que la que ya se saben de memoria los padres afectados. "No estamos consiguiendo que nadie nos informe. No es Rusia, es el Gobierno de aquí que nos tiene que informar", afirma Nuria Miranda, delegada de Crèixer Junts. "Es una situación difícil para todos y la incertidumbre también es para todos", añade Miranda acerca de qué pasará con los juicios pendientes.

No sólo es la espera de años, los padres también tienen que afrontar una serie de entrevistas para certificar su idoneidad, trances nada agradables. "Entre que tú vas con miedo y ellos que van a buscar cualquier fallo...", comenta Massanet sobre su experiencia, de la que otra madre asegura que hay que estar dispuesto a ser machacado. Otro padre con un proceso de adopción en marcha lo corrobora. Un simple comentario sin importancia es cuestionado exhaustivamente. "Las preguntas a veces están fuera de lugar", dice Massanet, quien opta por declarar que su hijo "tendrá la misma educación que un hijo biológico".

Ramon Rotger también considera que, pese a que es necesario garantizar la idoneidad de los padres, el tiempo de espera para las familias "es absurdo".

Una historia feliz
La larga espera hasta poder tener ese hijo es lo que a Fina Morillas y a su marido les ha frenado a la hora de solicitar otra adopción. "Si las administraciones lo pusieran más fácil, repetiría más gente. No han disminuido las ganas de adoptar, pero hay muchas trabas, comenzando por España", asegura.

Su caso sirve de ejemplo a quienes en este momento lo están pasando verdaderamente mal, para ayudarles a seguir, aunque ella, como el resto de padres, nunca perdió la esperanza: "Hay altibajos, muchos, momentos en que te vienes abajo, pero siempre está la esperanza de que llegará". Con una hija biológica, Cristina, iniciaron el proceso en 2005 y en 2010 ya tenían con ellos a Silvia Sheng, que entonces contaba con nueve meses y pesaba poco más de cinco kilos, dos menos de lo que indicaba su informe médico. "Mamá, ja la tenim, ja la tenim", recuerda que le dijo su hija mayor, ya adolescente, al coger a su hermana en brazos por primera vez.

"Fue largo", explica Fina, pero una vez que les llegó la carta asignándoles a la niña, tuvieron unos dos meses para prepararlo todo e ir a China a recogerla. La primera vez que vieron su cara fue en unas fotocopias en blanco y negro de unas fotografías, pero esta madre asegura que bastaron para que su cara se le quedara grabada y la reconociera al instante cuando las cuidadoras entraron por la puerta del hotel con cuatro niñas en brazos. "En China, llegas y al día siguiente te ponen una niña en brazos y ya está. Después quedan los trámites", recuerda de su experiencia. "Es impresionante", resume.

Fina ha plasmado sus dos maternidades en el libro Nubes de plastilina, en el que describe cómo fue ser madre biológica, y cómo fue ser madre adoptante.

De la pequeña, Fina no duda en decir que "no sé si la niña tiene suerte de tenernos a nosotros, pero nosotros sí tenemos suerte de estar con ella".


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