lunes, 21 de octubre de 2013

Este tiene que ser el viaje definitivo

La zamorana Marisa Granja y su marido Francisco Barranco han vuelto a viajar en estos días a Rusia para la reanudación el próximo martes del juicio suspendido en agosto en el que esperan que, al fin, se les conceda la adopción de Eugenia, una pequeña que el pasado 21 de septiembre cumplió dos años. Los trámites de adopción internacional, ya largos de por sí, se les están haciendo «eternos» a esta pareja que reside en Mérida tras la decisión este verano del gobierno ruso de prohibir la adopción a homosexuales extranjeros o solteros procedentes de países donde sean legales las uniones entre personas del mismo sexo, como el caso de España. Una vez levantado el veto, el matrimonio espera regresar a España con Eugenia.

«La presión que se ha hecho desde los medios de comunicación ha sido determinante». La zamorana Marisa Granja agradece el movimiento social que se puso en marcha este verano tras la decisión del gobierno de Vladímir Putin de prohibir la adopción de niños rusos por parte de homosexuales extranjeros o de solteros procedentes de países donde fueran legales la uniones entre personas del mismo sexo.

Estas reacciones han hecho en gran parte posible que finalmente los gobiernos de España y Rusia hayan vuelto a acercar posturas para retomar los convenios de adopción entre ambos países. «Las negociaciones en este sentido se hacen a tan alto nivel que apenas informan a las familias que están implicadas en estos procesos. Tan solo nos dan alguna pincelada para dejarnos tranquilos, pero poco más», lamenta la zamorana, para quien cuatro años de espera para la firma de un convenio entre ambos gobiernos «es vergonzoso». En el caso de España, el Ministerio de Bienestar y Servicios Sociales estimaba que el freno burocrático de este verano habría dejado a medio millar de familias españolas en medio de sus procesos de adopción.

Una de ellas es la formada por la zamorana Marisa Granja y el zaragozano Francisco Barranco, quienes desde hace meses tienen todo preparado en su casa de Mérida para la dar bienvenida a su hija Eugenia, una pequeña que acaba de cumplir dos años y que les espera en un orfanato de la región de Irkustk, en plena Siberia, con una población de 640.000 habitantes.

«Este tiene que ser el viaje definitivo», sentencia con esperanza la zamorana mientras prepara la maleta para trasladarse a Rusia. No es la primera vez que emprende este viaje junto a su marido. Ya estuvieron en la región siberiana en agosto, cuando se celebró el juicio para conceder la adopción de Eugenia. La vista duró dos días «pero finalmente la jueza decidió suspenderla porque había un documento incompleto según ella», recuerda Marisa.

Tras la decepción, apunta que lo único positivo de ese viaje fue el poder estar con Eugenia durante unos días. «Regresamos el 26 de agosto porque quisimos aprovechar para estar con ella el máximo tiempo que nos permitía nuestro trabajo y economía, teniendo en cuenta que teníamos que regresar de nuevo a juicio», indica.

Sin querer caer en falsas esperanzas, la zamorana explica sobre la reanudación de la vista de su caso que se trata de «una buena señal, si se tiene en cuenta que en otras regiones no se ha seguido con los procesos». Aun así, reconoce que «hay que ser prudentes, teniendo en cuenta todo lo que hemos pasado hasta ahora». La vista se celebrará este martes día 22 y es muy probable que se prolongue al menos durante dos días. «Los abogados apenas te informan de nada y en cualquier momento la jueza se puede sacar un problema de la manga para no darte a la niña», explica, aludiendo a lo ocurrido en agosto.

Además, el caso de Eugenia es el primero que se retoma en esta región. «Vamos como punta de lanza, no se han reanudado todavía otros y eso da un poco de miedo, porque vamos sin referencias de lo que hubiera podido pasar con casos similares al nuestro», razona.

Pero con una sonrisa, esta zamorana asegura que, ante todo «hay que ser positivos, porque si no, ni siquiera merece la pena hacer el viaje y es mejor quedarse en casa». Por eso espera que en el avión de regreso, esta vez sí, sean tres los pasajeros y puedan comenzar a vivir en familia junto a Eugenia.

(Fuente: www.laopiniondezamora.es)


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