Me llamó la atención una noticia desde Europa (Aceprensa, mayo 2013): Sobran candidatos para adoptar pero faltan niños…
Es que cada vez hay más parejas deseosas de adoptar y menos niños para adopción. Antes la escasez de niños en los países desarrollados se compensaba con la adopción en el extranjero; ahora también esto es más difícil.
El número de adopciones internacionales en todo el mundo ha bajado desde 45,299 en 2004 a 23,597 de 2012. Antes de analizar las causas de esta disminución (comentaban) conviene recordar algo internacionalmente reconocido en este asunto: que debe prevalecer, siempre y sobre todo, el interés superior del niño. Pero para la mayoría de especialistas el descenso de las adopciones internacionales responde al aumento de controles, y a la disminución de menores susceptibles de ser acogidos. Algunos expertos, como Elizabeth Bartholet profesora de Harvard, consideran que unas excesivas exigencias pueden castigar a muchos menores, que en la práctica se ven obligados a pasar más tiempo en orfanatos o se les cierra la posibilidad de ser adoptados.
Muchos consideran que la adopción es buena. E incluso quieren implantar una cultura de adopción, y que esto sea asumido de una forma normal.
Porque actualmente en ambientes sociales parecen dirigirse a la mujer embarazada presionándola hacia el aborto. Ella sufre anticipadamente angustias; y puede terminar por equivocarse al decidir precipitadamente ante la alternativa de tener el hijo o abortar. ¿Por qué no aliviar a la mujer facilitándole una salida? ¿Por qué no convertimos el “no lo abandone, mátelo” en un “no lo mate, déjelo”?, en el entendido de que dejarlo significa darlo legalmente en adopción.
Va abriéndose paso la conciencia de que el aborto es matar a una persona… aunque sea chiquita. En algunos países (México, me parece) hubo iniciativas para que a las embarazadas se les asegure el acceso a prestaciones médicas, aparte de que puedan dar en adopción a sus hijos, incluso antes de nacer. Así, el aborto no será una opción privilegiada. Y se propuso legalizar el que las mujeres pudieran dar a luz (en el Seguro Social) sin identificarse y remitir al recién nacido a la adopción, ya sin responsabilidad civil en relación con su hijo.
El punto básico es que hay que ayudar a la mujer que espera un hijo; y que para algún caso la adopción puede ser solución y para estos casos hay que agilizar su realización. Y que el aborto no es solución para nada: sin duda para la criatura… que matan.
Sin duda lo mejor para el niño es estar con su padre y madre biológicos; pero la adopción en sí es cosa buena. Su fin es la protección del menor desvalido y por eso imita la naturaleza (así lo consideraba ya el Derecho Romano): una familia constituida por el padre y la madre adoptantes, con relaciones estables, en bien del adoptado.
Y cuando hay abusos: negocios ilícitos, engaños, robos de niños... la solución no es entorpecer este proceso. Los abusos se corrigen penalizando los abusos, no el hecho en sí. Es como quitar el transporte público para evitar los asaltos.
(Fuente: www.s21.com.gt)
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