miércoles, 24 de julio de 2013

Un final feliz de adopción en Mali, tras paralización de la adopción en el país africano. "Sin la presión mediática, perdemos a María."

     El embajador de Mali en España les aconsejó «que presionáramos». Y lo hicieron. A través de EL COMERCIO. Con manifestaciones en Madrid. Con reuniones políticas. «Estamos muy agradecidos a Josu Erkoreka y a Mariví Monteserín». Tanta fue su presión que, pese al cierre de fronteras decretado por la república africana a la adopción internacional, pese a que les dijeron que el bebé de tres meses que, en un juicio con todas las garantías, les adjudicaron en octubre nunca sería 'su bebé', pese a todo ello, Juancho González y Pili Alonso ya tienen a su hija en casa. Medio año después de lo previsto, pero la bebé nacida malí ya se llama María González Alonso.
     «Sin la presión mediática, perdemos a María, lo tengo muy claro», asegura un Juancho González muy diferente al que, en abril pasado, contaba enfadado a EL COMERCIO el atropello del que ellos, junto con otras seis parejas españolas más, estaban siendo objeto. «En enero nos dijeron que se cancelaban las adopciones internacionales, pese a que a nosotros ya nos habían adjudicado a María en octubre, en el juicio, y estaba previsto que llegara a Asturias en diciembre».
     Tras conocer que Francia había logrado que los expedientes franceses sí concluyeran, en abril las siete familias españolas salieron a la calle y «tras meses de angustia, logramos que las siete familias tengamos a nuestros bebés».
     Para Juancho y Pili, la noticia de que la adopción seguía su curso llegó el 11 de junio. «Era martes, no se me olvidará nunca». Primero, una llamada «del embajador de Mali en España». Después, un correo electrónico: «Podíamos recoger a María».
     Dicho y hecho. Cogieron el primer vuelo, «que no hubo hasta el sábado, pasando por Madrid y París antes de llegar a Bamako, la capital malí». Allí les esperaban el misionero Manolo Gallego y la monja Antonia Ágreda, «que han sido nuestros contactos permanentes», debido a la relación con Pili, doctora voluntaria habitual en Mali. Por ellos conocían ya a María «puesto que, aunque no se debe, nos enviaban fotos periódicas, para ver como estaba».Y María estaba, está, bien, pero al borde de la desnutrición y sin ningún tipo de estimulación. «Ahora tiene un año, pero no lo parece. Ni por peso ni por altura. En el orfanato se limitan a darles leche y dejarlos todo el día en la alfombra». Por no hacer, María ni siquiera lloraba. «Dormía toda la noche de un tirón, acostumbrada a que, en el orfanato, aunque llores no te sirve de nada. Nadie acude a ver qué pasa».
Pero, en su nueva casa no sólo sí hay quien acuda a su llanto -«eso lo aprendió rápidamente»-, bromea Juancho, sino que es la única nieta y sobrina de una familia llena de adultos rendidos ante ella. «La que nos esperaba», ironiza el padre.
El objetivo de Juancho y Pili es que María recupere el desarrollo perdido -ahora en plena batalla con los dientes- y olvidar la pesadilla de Mali. «No aconsejo a nadie que opte a la adopción internacional. Siempre hay problemas. Siempre», sentencia.
 
     A nivel personal... la sentencia con la que culmina la información, no me parece adecuada por irreal: es cierto que durante cualquier proceso de adopción, pueden surgir problemas (y en algunos, graves)...pero ni es en todos, ni la mayoría de quienes han optado por ésta opción, lo verán así: siempre que concluye una adopción, merece la pena a pesar de los problemas con que se haya encontrado uno; y ellos mismos, se darán cuenta y dentro de no mucho tiempo, pensarán de otro modo... porque su historia, afortunadamente, ha tenido un final feliz.
Enhorabuena y disfrutad de ese tesoro!

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